Resumen
En este trabajo analizo los cuentos «Furor impius» y «De qué eres memoria» publicados en el libro de cuentos Tristes sombras de la escritora mexicana Lola Ancira. Para hacerlo, recurro a textos metodológicamente fundacionales para el análisis de la biopolítica de Michel Foucault. Además, me auxilio de las lecturas de Foucault para el caso mexicano hechas por la filósofa María Inés García Canal. Planteo que la representación que Ancira hace de los espacios de La Castañeda y Lecumberri se posiciona de forma crítica ante la construcción de la modernidad mexicana y atiende a problemas específicos como la migración interna, la distribución desigual del trabajo y el disciplinamiento de los cuerpos, especialmente de los cuerpos de las mujeres. Finalmente, concluyo examinando el lugar de enunciación de Ancira en un momento de reactualización de control necropolítico sobre los cuerpos, ejercido ya no únicamente desde el Estado sino desde diversos focos de poder paralelos, como el narcotráfico.
Palabras clave: biopolítica, modernidad mexicana, disciplinamientno, espacios de disciplinamiento, Lola Ancira
Abstract
In this paper, I analyze the short stories «Furor impius» and «De qué eres memoria», published in the collection Tristes sombras by Mexican writer Lola Ancira. To do so, I draw on foundational methodological texts for the analysis of biopolitics by Michel Foucault. I also rely on interpretations of Foucault in the Mexican context, particularly those by philosopher María Inés García Canal. I argue that Ancira’s representation of the spaces of La Castañeda and Lecumberri adopts a critical stance toward the construction of Mexican modernity and addresses specific issues such as internal migration, the unequal distribution of labor and the disciplining of bodies, especially women’s bodies. I conclude by examining Ancira’s position of enunciation in a moment marked by the reactivation of necropolitical control over bodies, exercised not only by the State but also by various parallel centers of power, such as drug trafficking networks.
Keywords: biopolitics, Mexican modernity, disciplinary spaces, Lola Ancira
[…] pero el espectáculo diario de vagabundos famélicos,
indigentes ebrios entre cartones o mendigas con varios
niños a cuestas en las calles me incitó una especie de
solidaridad trágica que me vinculó con lo diferente, lo
infortunado: los marginados, los lisiados y los enfermos,
desposeídos que volví inmortales gracias al flash…
Lola Ancira, Tristes sombras
El epígrafe pertenece al cuento «Espejos de mercurio» de Lola Ancira,³ incluido en el libro Tristes sombras publicado en 2021 por la editorial Paraíso Perdido. La cita aparece en un diálogo de Elías, un fotógrafo cuya búsqueda estética se fijaba en personajes marginales y, en un grado, «monstruosos».⁴ El personaje había tenido un romance pasajero con Diane Arbus, la famosa fotógrafa de «rarezas» estadounidense del siglo XX. En el relato de Elías se afirma que ella lo buscó para fugar de la frivolidad estética de las revistas de moda. «El interés de Arbus en los monstruos expresa un deseo de violar su propia inocencia, de socavar su sensación de privilegio, de aliviar su frustración por sentirse segura» escribió Susan Sontag a propósito de Arbus.⁵ El monstruo trastoca las normas de la seguridad y la normalidad sociales, al tiempo que señalan su inestabilidad y el entramado de poder que las configura.
El interés común de Arbus y Elías puede funcionar para proponer una vía de lectura del libro de cuentos de Ancira. Tristes sombrasexplora la forma en que se construyeron dos dispositivos cruciales de control y disciplinamiento para el Estado moderno mexicano: el manicomio de La Castañeda y el Palacio de Lecumberri. El libro hace un estudio de estas instituciones a través de relatos construidos a partir de casos reales de reclusión a los que la autora tuvo acceso a través de la investigación de archivo.⁶ Las narraciones de Tristes sombras prestan atención a los mismos personajes en los que Arbus y Elías se fijaron: personas que quedaron al margen de los proyectos de modernización de la sociedad mexicana y que transitaron por alguna de estas dos instituciones a lo largo del siglo XX. Se trata de cuerpos incómodos al Estado que transgreden las normas sociales sentadas para la construcción de la modernidad capitalista: el recato, la represión, la heterosexualidad.
Tristes sombras es el tercer título de Lola Ancira, autora originaria de Querétaro. Esta publicación fue precedida por Tusitala de óbitos (2013) y El vals de los monstruos (2018); títulos en los que Cecilia Eudave identifica un tránsito de la autora que va de la ciencia ficción y lo fantástico hasta la categoría «narrativa de lo inusual» formulada por Carmen Alemán Blay.⁷ Ancira pertenece a una de las más recientes generaciones de narradores mexicanos, junto con Andrea Chapela, Bibiana Camacho, Jorge Comenzal, Aura García Junco, Fernanda Melchor, Verónica Gerber y Roberto Wong, entre otras y otros. Si tuviéramos que pensar en una caracterización que pueda funcionar a estos narradores, pienso en la heterogeneidad de sus referentes literarios, la flexibilidad para transitar en diferentes géneros discursivos, que van desde la entrevista y el tweet hasta las narrativas breves y novelísticas de pequeño formato; y la pugna entre individuo y una sociedad que se presenta insegura, desoladora, despersonalizante y apocalíptica. La búsqueda histórica de los mecanismos con que se ha despojado al cuerpo de su dignidad, reduciéndolo a una pieza defectuosa por corregir a través de las instituciones médicas y jurídicas es la que motiva este proyecto de Ancira.
Tristes sombras está compuesto por doce cuentos divididos en dos secciones. La primera sección se titula «La Castañeda» e incluye los relatos «La muerte niña», «Vidas ajenas», «Furor impius», «Morbus pueri», «Espejos de mercurio» y «Arrancar el mal». La segunda sección se titula «Lecumberri» e incluye los cuentos «¡Crimen nunca visto!», «Venganza de marfil», «Una llama se enciende», «Puedo soñar que ocurrió», «De qué eres memoria» y «La nave va». El libro tiene por objeto construir un perfil de las dos instituciones a través relatos distribuidos en un espectro cronológico amplio que va desde principios hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando sucede la clausura de los dos espacios —y en el caso de La Castañeda, su demolición—.
El estilo de los textos muchas veces no sigue las convenciones más tradicionales propias del género del cuento. La narrativa tiende a distenderse a través de introducciones que no están directamente hilvanadas como funciones de la diégesis. Un ejemplo de este ejercicio es el caso de «Vidas ajenas», en el que el relato inicia con una introducción que refiere la forma en que se construyó La Castañeda antes de que comience a narrar la historia principal. En una de las presentaciones del libro, su autora se refiere a un juego con la hibridez del género cuentístico con la crónica.⁸ También percibo que este ejercicio es necesario para hacer el amplio recorrido histórico que el libro hace, y para establecer las relaciones intertextuales entre cada uno de los cuentos: personajes y objetos van entrelazándose entre los relatos en un pequeño universo narrativo. Otra razón para hacerlo es la necesidad de dar noticia del proceso de investigación mediante el anclaje de los relatos en referentes de la historia de México.
En este ensayo, propongo leer los relatos de Tristes sombras a través de la óptica de la configuración del biopoder del Estado mexicano. Específicamente, me interesa leer la forma en que la biopolítica se manifiesta como un mecanismo de control sobre los cuerpos del Estado, los distribuye y los disciplina. La autora se interesa por dos espacios que han configurado dispositivos modernos de control y disciplinamiento por excelencia: la cárcel y el manicomio. Para ello articulo un diálogo entre los cuentos del libro y algunas ideas en torno al biopoder planteadas por Michel Foucault en la década del 70 y leídas por María Inés García Canal en el contexto mexicano. Particularmente, centro mi análisis en dos cuentos: «Furor impius» y «De qué eres memoria», aunque hago referencias a los demás textos del libro que dialoguen con los temas de la discusión. Finalmente, aventuro una conclusión parcial o unas preguntas sobre la mirada hacia el pasado que realiza Ancira como una articulación de sentido desde un horizonte histórico distinto, en el que la biopolítica ha transitado hacia la necropolítica en un arco de fracaso, según la investigación de Sayac Valencia en Capitalismo gore y en el que el gran relato del bienestar abrazado por muchos Estados modernos en América Latina ha terminado por evidenciar la podredumbre con que fue gestado: la acumulación capitalista ilimitada y mezquina, sin que medie una preocupación por el bienestar de los cuerpos a los que afecta.
La Castañeda: El espacio de la «enfermedad mental»
Los cuentos de esta sección transcurren en un universo que tiene algún vínculo con el manicomio homónimo. La obra da noticia desde la construccción de los edificios de sus instalaciones siguiendo la línea marcada por el proyecto modernizador europeo del porfiriato. Según el narrador de «Vidas ajenas», «Porfirio Díaz, […] tenía en mente crear un formidable sitio para atender enfermos mentales. Díaz pretendía construir una réplica del Charenton, el hospital psiquiátrico más grande de Europa, ubicado en París».⁹ La cita hace una crítica al eurocentrismo de gusto francés con que se forjó el proyecto modernizador del Estado mexicano, en consonancia con muchos de los proyectos modernizadores de América Latina a lo largo del siglo XX.
La sección de «La Castañeda» concluye con un relato en el que los protagonistas atestiguan la demolición de los edificios del manicomio, y uno de los personajes, Jacinto, termina muerto bajo los escombros, abrazado al régimen que configuraba un microcosmos fuera del cual era difícil imaginar la vida para quienes habían pasado ahí mucho tiempo. Al final de la sección, se incluye un epílogo ficticio con la referencia siguiente: «Anotaciones de la historiadora Jeanne Barret encontradas dentro del libro Psiquiatría, antipsiquiatría y orden manicomial». El libro citado existe y es de autoría múltiple. La personaje que hace la anotación puede referirse a Jeanne Barret, una botánica y exploradora francesa del siglo XVIII.
Consuelo, la protagonista del cuento «Furor impius», descubre la masturbación a los doce años. La trama transcurre describiendo su atropellado desarrollo sexual. Consuelo es obligada a someterse a dos abortos antes de ser internada en La Castañeda. En su reclusión, se embaraza por tercera ocasión. Frustrada por las implicaciones de una maternidad no deseada y por la opresión ejercida sobre su cuerpo y su sexualidad, se automutila bañándose en gasolina y prendiéndose en fuego. El relato concluye con la imagen de su cuerpo en llamas, iluminando la madrugada de su reclusión. En otro de los cuentos de esta sección, «Espejos de mercurio», se describe la forma en que las relaciones de poder dentro de La Castañeda propiciaban relaciones sexuales, muchas veces no deseadas, con las pacientes del lugar. Este cuento también hace referencia a la automutilación de Consuelo.
Para comprender el concepto de biopoder, partimos del desarrollo hecho por Foucault en las clases dictadas en el Collège de France en 1978. Para Foucault, el biopoder consiste en «el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que, en la especie humana, cosntituye sus rasgos biológicos fundamentales podrá ser parte de una política, una estrategia general de poder».¹⁰ El ejercicio de poder biopolítico obedece, según Foucault, a un viraje en los mecanismos que van del autoritarismo absoluto de parte de la soberanía hacia el imperativo de mantener la gubernamentabilidad, la estabilidad económica y el bienestar de los cuerpos que lo constituyen. Para propiciar este viraje cuyo precedente sucede en Occidente a partir del siglo XVI, fue necesario producir una «nueva forma de espacialidad social: una manera propia de distribuir política y socialmente los espacios y un tipo especial de inscripción en él».¹¹
Entre estos espacios, como mecanismos de control, ha sido de especial interés para Foucault el espacio de la enfermedad mental, pues se relacionaba con procesos históricos concretos, a saber: «el nacimiento de una sociedad normalizadora ligada a prácticas de encierro y en relación con una situación económica y social que corresponde a una fase de insdustrialización, al nacimiento del capitalismo».¹² El interés de Foucault por «la locura» —luego llamada «enfermedad mental»— se debía a que, a través de la ambigüedad de su diagnóstico, podía aplicarse a los cuerpos incómodos, disfuncionales para el desarrollo del capitalismo, desobedientes de los regímenes biopolíticos de control. Según García Canal, leyendo a Foucault, la locura desplazó a la lepra como el «castigo divino y encarnación del mal» y propició la construcción de un aparato epistemológico que fuera capaz de generar diagnósticos afines al régimen biopolítico.¹³
A pesar de que el cuerpo es el objetivo principal de los mecanismos de control biopolíticos, por ser el espacio donde estos procesos cobran sentido,¹⁴ en «Furor impius» el cuerpo se nos presenta como un espacio prohibido para la constitución de la subjetividad. El régimen familiar se encarga de producir subjetividades ajenas a su cuerpo, y de afianzar así la diferenciación moderna entre cuerpo y subjetividad. «Su madre le enseñó, al igual que a Guadalupe, su hermana mayor, a bañarse siempre con un camisón blanco».¹⁵ Este velo tiene una carga metafórica importante en el relato, pues es acompañado con la ausencia absoluta de la educación sexual, que contribuye a la concepción del placer como un espacio de rebeldía contra la normalización. Consuelo modula sus experiencias sexuales en función proporcionalmente inversa a las restricciones que operan sobre su cuerpo. Estos desarrollos conducen a la emisión de varios diagnósticos que conciben el ejercicio de su sexualidad como una enfermedad: Eugenio Frey es famoso «por curar la histeria femenina».¹⁶ Al ingresar al manicomio es diagnosticada con un «furor uterino con un carácter marcadamente erótico».¹⁷ En el cuento «Vidas ajenas» se enfatiza la frivolidad con que se administraban los diagnósticos médicos, y cómo la salud mental era desplazada al margen de la preocupación por el abastecimiento del lugar y la supervivencia de los internados en condiciones de precariedad. «La mayor parte de los hombres eran diagnosticados como alcohólicos, las mujeres recibían tratamientos para epilépticos; ninguno pasaba más de tres o cuatro meses dentro, aunque reingresaban constantemente. Las raciones de los alimentos iban disminuyendo y las medicinas eran insuficientes».¹⁸
El manicomio se percibe como el lugar de reclusión y ejercicio sobre el cuerpo «anormal», «enfermo» y con necesidad de un disciplinamiento más severo. El espacio escribe sobre el cuerpo, determina su percepción del mundo, lo moldea a través de torturas, descargas eléctricas y alimentación precaria. El lugar fue inaugurado durante el gobierno de Porfirio Díaz en 1910, aunque de forma acelerada, su capacidad fue sobrepasada.¹⁹ El momento histórico del desarrollo del Estado mexicano demandaba el disciplinamiento de cuerpos incómodos. En «Furor impius», la representación del lugar sucede durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. «El Palacio de la Locura» (ambos nombres figuran en el cuento) se representa como una institución clave para la consolidación de un Estado moderno en México. Es interesante que, en el libro, la mayoría de protagonistas de los cuentos de La Castañeda son mujeres (con excepción de «Morbus pueri»).
En el cuento, el aborto se describe como un secreto riesgoso y vergonzoso, necesariamente clandestino. Felícitas García «la Trituradora de Angelitos» es encarcelada por practicar abortos, de donde comprendemos esta otra dimensión del ejercicio de poder del Estado: el control sobre los cuerpos de las mujeres y su capacidad reproductiva. En este sentido, Silvia Federicci cuestiona la ausencia de una perspectiva de género el extenso trabajo de Foucault.²⁰ Según Federicci, el aborto comienza a ser condenado en el siglo XVI, en lo que ella llama «una verdadera guerra contra las mujeres, claramente orientada a quebrar el control que habían ejercido sobre sus cuerpos y la reproducción»,²¹ a raíz de una crisis demográfica en Europa.
Lecumberri: El espacio del crimen por fuera de la sociedad
Con «Lecumberri», Ancira se aproxima al segundo espacio que obsesionó la obra de Foucault de su producción madura. En Vigilar y castigar, Michel Foucault realiza, a través del origen histórico-arqueológico de la prisión, la función que ha tenido la tecnología de control carcelario en el desarrollo de las sociedades modernas. Según Foucault, «la cárcel es un dispositivo que funciona como parte de un continuum de instituciones (el orfanato, el hospital, el psiquiátrico); y comparte con otras los mismos mecanismos de disciplinamiento (la escuela, la iglesia, etc.) […] no para “reencausar el espíritu” criminal, sino para garantizar una vía expedita para un tipo determinado de ejercicio de poder».²²
La sección de Tristes sombras sobre el Palacio de Lecumberri utiliza las mismas técnicas para dar noticia de la vida y las funciones de la prisión en la sociedad mexicana moderna. Al igual que La Castañeda, Lecumberri fue un proyecto del porfiriato que, de alguna manera, buscaba sentar las bases del Estado moderno. El relato que más se aleja cronológicamente de su momento de enunciación es «¡Crimen nunca visto!». Este relato, junto con «Venganza de marfil», también de esta sección, son los que hacen uso de manera un poco velada de la incorporación de elementos fantásticos o insólitos para el desarrollo de la diégesis. Al igual que la primera sección del libro, «Lecumberri» concluye con la clausura del proyecto de reclusión del «Palacio Negro» con un relato que narra una fuga de presidiarios gracias a un accidente automovilístico provocado por uno de los presos.
En el cuento que he decidido analizar, «De qué eres, memoria», se narra la historia del ingreso a la prisión de Marcos, un joven que había sido expulsado de su casa familiar a causa de su orientación sexual. Una vez fuera de su casa, entra a robar a la casa de su padre y mata a sus perros. Su padre lo acusa de hurto y es condenado por cinco años. Dentro de la prisión, Marcos conoce a «la Jarocha»: un personaje queer del centro penitenciario. En otro de los relatos de esta sección, «Una llama se enciende», se revela la identidad de género de «La Jarocha» como mujer trans. «El Tiñas, al verme, dijo que la Jarocha era casi como una mujer».²³ La Jarocha se vuelve la tutora y la guía de Marcos en su nueva vida penitenciaria.
La Jarocha juega con los géneros. En su ambigüedad, expone el carácter performático de la sexualidad en un espacio homosocial, como la prisión. Como personaje, encarna de forma exagerada las características convencionalmente femeninas de la sexualidad. En la prisión hay un espacio para estas personas queer que se «destinan» a oficios tradicionalmente femeninos: la cocina, el lavado de ropa y la prostitución.
Una de las grandes tesis de Vigilar y castigar es la forma en que la cárcel es un dispositivo que opera en el centro de las sociedades modernas. Normalmente, pensamos la cárcel como un «afuera», algo que está al margen del funcionamiento social. Foucault acusa que lejos de estar por fuera, la cárcel está en el centro del funcionamiento social. Es el espacio donde se reafirman las dinámicas de poder y estratificación de la sociedad en su conjunto. En este sentido, es relevante la forman en que La Jarocha le explica a Marcos las dinámicas de estratificación social que operan dentro de la prisión y distribuyen el espacio de ese microcosmos: «El lugar era como un departamento, hubieras visto, hasta alfombra tenía. Ni parecía celda. Ahí adentro se te olvida dónde estás. Las celdas de primera, donde hay un solo preso, se quedan cortas, parecen chiqueros si las comparas».²⁴
El relato concluye cuando la Jarocha le revela a Teresa, la esposa del Cacarizo, la relación que ella tiene con él. La Jarocha hace esta acción como una venganza luego de haber sido golpeada por él. La forma en que utiliza esta treta como una venganza me parece representativo de cómo su ambigüedad sexual transgrede las normas de la moral burguesa tradicional, anuladas por completo dentro del espacio carcelario, y le confieren la capacidad de un grado de ejercicio de poder.
Reflexión final
Los cuentos de Tristes sombras describen cómo el fantasma del Estado comienza a hacerse presente y, a su vez, ausente de forma contradictoria en los centros urbanos. El cuento «Morbus pueri» describe la transición del campo a la ciudad, y cómo es que la viven personajes de las áreas rurales que se desplazan a zonas urbanas y que buscan voluntariamente el cobijo de las precarias condiciones de cuidado del Estado de México. De alguna manera, este cuento funciona como una acusación a la centralidad urbanísitca con que se concibió el proyecto de la modernidad porfirista.
Los relatos de Tristes sombras nos hacen pensar, desde la combinación misma de los espacios tratados, la relación entre psiquiatría y criminalidad que se estableció en Occidente en el siglo XIX.²⁵ En Tristes sombras, tanto La Castañeda como Lecumberri cumplen una misma función social en términos de biopolítica: la función de la exclusión y el disciplinamiento sobre los cuerpos incómodos, inconvenientes al Estado en su tarea de construcción de la modernidad. En este sentido, la cárcel y el manicomio forman parte de una gran «economía de poder» que encauza los esfuerzos de la disciplina y la ley. «El adversario del soberano, y después el enemigo social se ha trasformado en un desviacionista que lleva consigo el peligro múltiple del desorden, del crimen, de la locura».²⁶
Vale la pena pensar en el lugar de enunciación de Tristes sombras. Ancira escribe desde un momento en el que el Estado ha dejado de ser el único ente capaz de ejercer poderes y opresiones sobre los cuerpos; y en el que han emergido una serie de Estados paralelos, basados en el control necropolítico del comercio de los cuerpos y de la economía de la muerte. Ancira hace la exploración de la configuración del régimen biopolítico del Estado mexicano en un momento en que el Estado ha fracasado como rector de la vida social, y en el que han emergido poderes paralelos que funcionan desde el control de las economías de los cuerpos y las muertes.²⁷ Ancira emprende esta búsqueda desde un régmien necropolítico basado en su consumo de los cuerpos y el necroempoderamiento. Los cuentos de Tristes sombras se enuncian desde ese horizonte, pero también desde el horizonte de las demandas de las luchas feministas por el ejercicio de autonomía sobre sus cuerpos en su lucha por la legalización del aborto; que a su vez comparte este horizonte con una alarmante ola de femicidios propiciada por la consolidación de los regímenes necropolíticos en América Latina.
¹ Agradezco la guía y el acompañamiento propiciados por el escritor Yuri Herrera para la elaboración de este artículo.
² Poeta guatemalteco, mestizo, originario de El Jícaro, El Progreso. Actualmente es estudiante del programa de doctorado del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans (EE. UU.). Trabajó como profesor de literatura y teoría literaria en la Universidad Rafael Landívar (URL) en Guatemala, donde coordinó la Maestría en Literatura Hispanoamericana y la Maestría en Filosofía. Académicamente, posee una Licenciatura en Ingeniería Química (URL), una Licenciatura en Letras (Universidad de San Carlos de Guatemala), una Maestría en Filosofía (URL) y una Maestría en Literatura Latinoamericana (Tulane).
³ Lola Ancira es el nombre literario de Carmen Dolores Ancira Zamudio.
⁴ Aquí entiendo lo «monstruoso» en términos foucaltianos. Para Michel Foucault, el monstruo es un concepto definido, necesariamente, en función de la norma. «La noción de monstruo es esencialmente una noción jurídica, jurídica en el sentido amplio del término» (Michel Foucault [2001], 61).
⁵ Susan Sontag, Sobre la fotografía, 50.
⁶ Feria Internacional del Libro Universitario 2022.
⁷ Cecilia Eudave, «La profanación de la realidad y sus estrategias discursivas en dos narradoras mexicanas recientes», 25.
⁸ Presentación del libro Tristes sombras(2022).
⁹ Lola Ancira, Tristes sombras, 21.
¹⁰ Foucault, Seguridad, territorio, población: curso en el Collége de France (1977-1978), 15.
¹¹ María Inés García Canal, Espacio y poder: el espacio en la reflexión de Michel Foucault, 71.
¹² id.
¹³ García Canal, Foucault y el poder, 96.
¹⁴ Sayak Valencia, Capitalismo gore, 140.
¹⁵ Ancira, 43.
¹⁶ ibid., 45.
¹⁷ ibid., 50.
¹⁸ ibid., 22.
¹⁹ García Canal, «La relación médico-paciente en el Manicomio de La Castañeda entre 1910-1920, tiempos de revolución», párr. 4.
²⁰ Me parece aquí que es importante plantear el cuestionamiento de Federici literalmente: «El análisis de Foucault sobre las técnicas de poder y las disciplinas a las que el cuerpo se ha sujetado ignora el proceso de reproducción, funde las historias femenina y masculina en un todo indiferenciado y se desinteresa por el “disciplinamiento” de las mujeres, hasta tal punto que nunca menciona uno de los ataques más monstruosos contra el cuerpo que haya sido perpetrado en la era moderna: la caza de brujas» en Silvia Federici, Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva, 17.
²¹ Federici, Calibán y la bruja, 135.
²² Carlos González Orellana, «Retrato de país con infierno. Prólogo al libro Perro, demasiado perro de Eduardo Juárez», 15.
²³ Ancira, 120.
²⁴ Ancira, 144.
²⁵ García Canal, Espacio y poder: el espacio en la reflexión de Michel Foucault, 37.
²⁶ Foucault, Seguridad, territorio, población, 279.
²⁷ Valencia, 144.
Bibliografía
Ancira, Lola. 2021. Tristes sombras. Primera edición. Árbol adentro. Guadalajara, México: Paraíso perdido.
Eudave, Cecilia. 2019. «La profanación de la realidad y sus estrategias discursivas en dos narradoras mexicanas recientes». En Hispanófila, n.o 187, 19-28.
Federici, Silvia. 2010. Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. Traducido por Verónica Hendel. Historia 9. Madrid: Traficantes de Sueños.
Feria Internacional del Libro Universitario, dir. 2022. Presentación del libro Tristes sombras [archivo de video]. YouTube https://www.youtube.com/watch?v=AMv4UM2RXqs.
Foucault, Michel. 2001. Los anormales. Traducido por Horacio Pons. 2a. México.
—. 2006. Seguridad, territorio, población: curso en el Collége de France (1977-1978). Primera edición en español 2006, segunda reimpresión. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.
García Canal, María Inés. 2002. Foucault y el poder. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. http://biblioteca.clacso.org/Mexico/dcsh-uamx/20201026042043/Founcalt-y-el-poder.pdf.
—. 2006. Espacio y poder: el espacio en la reflexión de Michel Foucault. 1.aed. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
—. 2008. «La relación médico-paciente en el Manicomio de La Castañeda entre 1910-1920, tiempos de revolución». En Nuevo mundo, Mundos nuevos. https://doi.org/10.4000/nuevomundo.14422.
González Orellana, Carlos. 2022. «Retrato de país con infierno. Prólogo al libro Perro, demasiado perro de Eduardo Juárez». En Perro, demasiado perro, de Eduardo Juárez, Primera edición. Narrativa. Guatemala, C. A.: Magna Terra.
Sontag, Susan. 2017. Sobre la fotografía. 2.a ed., 3.a reimp. Barcelona: DeBolsillo.
Valencia, Sayak. 2020. Capitalismo gore. 1.a ed. General Series. Santa Cruz de Tenerife: Melusina.


