AGUILERA ALFARO, JULIO FAUSTO
Julio Fausto Aguilera
(1928-2018). Poeta, periodista, músico y miembro del Grupo Saker-ti. Nació en Jalapa, el 8 de septiembre de 1928. Hijo de J. Luis Aguilera y Felipa Alfaro de Aguilera. Estudió música por dos años. Trabajó en los periódicos El Gráfico, El Imparcial y La Hora, así como en la Biblioteca de la Municipalidad de Guatemala. Miembro fundador del grupo Nuevo Signo. Su compañera de hogar fue Vidalia Quiñónez. A la caída de Jacobo Arbenz, permaneció escondido varios meses en casa de una prima. Luego, decidió entregarse y estuvo preso 4 meses. Publicó los poemarios Concierto para órgano; Cantata en todas las claves; Canto y mensaje (1960); Diez poemas fieles; Dolores míos; Conozca Guatemala; Soneto a Guatemala; El Inconforme; Euforbio Cobos; Poemas amantes (1965), Mi buena amiga muerte (1965), Poemas fidedignos (1967), Poemas guatemaltecos (1969); La patria es una casa (antología preparada por Francisco Morales Santos, 1983); y Geranios encendidos (2003). En 1966 ganó el primer premio en los Juegos Florales “Domingo Estrada”. La Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) le otorgó el Quetzal de Oro por su libro La patria es una casa. El 7 de marzo de 2002, el Ministerio de Cultura y Deportes le otorgó el Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”. Sus últimos días los pasó en un hogar de ancianos. Falleció el 29 de septiembre de 2018.
La Patria que yo ansío
La patria, les decía, es una casa
Donde vivimos todos como hermanos.
Es una hermosa casa, mis amigos,
Que todos afanosos levantamos.
La patria, la que sueño, es un plantío
Donde triunfa el tractor, triunfa el arado
Y un enjambre de brazos no se alcanza
Cosechando los frutos y los granos.
Despensa para todos, bien provista:
Un granero que siempre está colmado
De trigos y maíces, orgulloso,
En invierno lo mismo que en verano.
Los colmillos del hambre no se ensañan
En esa pulpa espléndida y dorada.
La loba de enemiga, negra historia,
Aquí fue condenada y enterrada.
No más acorralarte en los caminos
Como plantas endémicas cercándote
Los brazos y las bocas que desmayan
Pidiendo por sus vientres sin bocado.
No más delincuencial río que ulula
Puñales en los hambres engendrados.
No más hermanos en el abandono.
No más honradas manos sin trabajo.
La patria que les digo, la que ansío,
-la que será, pues la defino y canto-,
Por el trabajo es pan, es luz, es gozo:
No conoce al mendigo ni al parásito.
Esta patria es taller, telar; es fábrica,
Laboratorio, orfebrería, andamio.
Hogar que se construye y embellece
Sin un ocioso ni un privilegiado.
Tejedores, bioquímicos, poetas…
Todo el que puede hacer, está obligado.
De músculos y sienes hay tarea
Con exceso: ninguno se halla holgando.
Tienen madera todos los serruchos,
Hay para todos los martillos clavo.
Para toda canción sobran oídos
Y nunca faltan temas a los bardos.
Democracia opulenta: eres racimo,
Gajo de azúcar, fruto sazonado.
Beso de miel tu comunión de hermanos,
Tu popular, tu colectivo abrazo.
La patria que persigo es la justicia
Castigando con blanco, limpio brazo.
Fusil sin mancha; espada limpia, blanca;
No ejerce la venganza ni el agravio.
Rompe el cantil, sepulta su veneno
Y para el ciego, para el que ignoraba,
Ella es perdón y vida: Ella es el alba
De un día sin rencor, día de hermanos.
De todos lados de la tierra vengan
Con vino y con canción de todos lados,
Y nosotros les demos aborigen
Embriaguez de marimbas, por regalo.
Manos tendidas traigan, y se lleven
Manos tendidas el avión y el barco.
Puerta es el puerto de la patria, puerta
Que a ninguna bandera está cerrada.
Esta es la patria, esta es la que no existe,
La que vive en mi sueño desvelado:
La que atisbo y asedio en mis insomnios
Como un puma por hambres asediado.
Esta es la patria, esta es la que me mata.
La que vida me da con estos cantos.
¡Que no sé si son cantos o son lloros,
Porque tanto la espero y tarda tanto!