Vademécum Histórico Guatemalteco
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BARRIOS, JUSTO RUFINO

Justo Rufino Barrios

(1835-1885). Notario Público, General y Presidente de Guatemala (4/6/1873-2/4/1885). Nació el 19 de julio de 1835, en San Lorenzo (San Marcos). Sus padres fueron Ignacio Barrios y Josefa Auyón. Días después, José Lino Villagrán y Bonifacia de Barrios apadrinaron su bautismo en la Parroquia de San Marcos, que fue realizado por el Cura Francisco Esteban López. Aprendió las primeras letras con la ayuda del maestro Leandro Rodas; después continuó estudios en el colegio de los jesuitas, en Quetzaltenango. Al defender su grado de Bachiller en Filosofía, dedicó el acto a la Inmaculada Concepción de María. Continuó estudios de Derecho en la Universidad de San Carlos y realizó su práctica notarial bajo la dirección del Juez de Primera Instancia, Licenciado Manuel Joaquín Dardón. En 1863, obtuvo el título de Escribano Público (Notario), oficio que ejerció en San Marcos. En agosto de 1867, para vengarse del Corregidor Zelaya que lo había obligado a abandonar la villa de San Marcos, debido a los amores que había tenido con una hija suya, con el apoyo de fuerzas insurgentes de Francisco Cruz atacó sin éxito el cuartel de San Marcos; luego de la acción se ocultó nuevamente en El Malacate, finca de su familia situada en la entonces no definida frontera mexicano-guatemalteca. Sin embargo, las fuerzas gubernamentales los persiguieron, derrotaron, fusilaron a Cruz y a otros oficiales, y enviaron preso a la capital al papá de Barrios, mientras Justo Rufino lograba huir a Chiapas. Producto de relaciones sentimentales con Soledad Galin, nació José; con Isabel Reyna, Antonio de Jesús; con Tránsito de León Rodríguez, Antonio, Venancio, Clotilde y Delfina; y con Claudia Estrada Hidalgo, José María. En 1869 se unió a las guerrillas del Mariscal Serapio Cruz (Tata Lapo), opositor político del Gobierno del Mariscal Vicente Cerna, pero en la Plaza de Huehuetenango fue herido en una pierna, de lo que se restableció en Chiantla, gracias al cuidado del indígena Nicolás de León. A principios de 1871, Miguel García Granados armó con fusiles remington y winchester, que había comprado en Estados Unidos, a 40 hombres que Justo Rufino le consiguió de lo que quedaba de las guerrillas de Francisco y Serapio Cruz (Tata Lapo). Además, nombró Jefe Militar a Barrios. El 3 junio de 1871, en consejo de Comandantes, se firmó el Acta de Patzicía, mediante la cual se nombró Presidente Provisorio a Miguel García Granados. Gracias a la superioridad de las armas con que contaban, los insurgentes derrotaron a las tropas gubernamentales en Tacaná (2/4/1871), Coxón (23/6/1871) y Sacatepéquez (29/6/1871). Lo más destacado de la última batalla fue el asesinato cometido a sangre fría por Barrios, al ordenar el fusilamiento de los prisioneros Julio César de Garrido y José González Mora. Después del derrocamiento del Gobierno de Cerna, Barrios estuvo un par de semanas en la capital alojado en el Palacio Nacional (antiguo Real Palacio). Luego marchó a Quetzaltenango con el cargo de Comandante General de Los Altos, región integrada por Sololá (incluía Quiché), Totonicapán, Quetzaltenango, Mazatenango (incluía Retalhuleu), San Marcos y Huehuetenango. Al llegar, ordenó una contribución extraordinaria para la compra de 1,000 rifles remington y expulsó a los jesuitas de la ciudad. Sin embargo, inconforme con la última medida, coaccionó al Presidente García Granados para que los sacara del país, lo que fue realizado la madrugada del 2 de agosto de 1871. Molesto por tal decisión gubernamental, el sector conservador consiguió que alrededor de 1,500 campesinos del Departamento de Santa Rosa se rebelaran. García Granados pidió a Barrios pacificar a los sublevados, y éste con un ejército de 2,000 hombres consiguió una victoria pírrica, pues le mataron más de 100 soldados en el combate y le ocasionaron un buen número de heridos, mientras la mayoría de alzados se internó en la montaña, para resurgir el año siguiente. El 13 de octubre de 1871, el Regidor Manuel R. Sánchez propuso que en el salón de sesiones fuera colocado el retrato de Barrios y otorgarle una medalla de oro (AGCA, B7, leg. 754, exp. 17827). Al retornar a Quetzaltenango, nuevamente coaccionó al Presidente García Granados y consiguió que expulsara el 17 de octubre de 1871 al Arzobispo Bernardo Piñol Aycinena y al Obispo Mariano Ortiz Urruela, porque se habían opuesto a justificar como necesaria la expulsión de los jesuitas y hacerlo público por medio de una carta pastoral. Justo Rufino ocupó interinamente la Presidencia del 8 de mayo al 10 de junio de 1872, cuando García Granados se colocó al frente del Ejército y marchó a Honduras para derrocar al Presidente José María Medina, que protegía a cabecillas rebeldes guatemaltecos. Antes que García Granados retornara victorioso, Barrios emitió tres decretos anticlericales: extinción de la Compañía de Jesús y nacionalización de sus bienes (24/5/1872), extinción de la Congregación de San Felipe Nery (Escuela de Cristo) y nacionalización de sus bienes (27/5/1872) y exclaustración de las órdenes religiosas y nacionalización de sus bienes (7/6/1872). Además, sin mediar justificación alguna, mandó encarcelar a Saturnino Tinoco, Ramón Aguirre y Rafael Batres, a los que humilló públicamente al hacerlos atravesar la plaza central, mancuernados con presidiarios comunes. Es más, a Batres y a su antiguo maestro Lázaro Galdámez los mandó azotar. Al retornar García Granados, no encontró al Ministro de Hacienda, Luis Volio, porque Barrios lo había expulsado del país, por ser originario de Costa Rica. En diciembre de 1872, acompañado de un nutrido grupo de soldados, Barrios regresó a la capital y se hospedó en el Castillo de San José. Su propósito era presionar a García Granados para que obligara a los diputados constituyentes a trabajar en la redacción de una Constitución de carácter liberal. Disgustado por el proceder de Barrios y de algunos políticos liberales que no cesaban en sus idas y venidas entre el Congreso y el Castillo de San José, García Granados presentó su renuncia, pero Barrios manipuló a la Asamblea Nacional Constituyente para que no la aceptara, le brindara un voto de confianza a su gestión presidencial y le otorgara una indemnización de 70,000; además, aprovechó la ocasión para que aprobara otra indemnización de 50,000 a su favor. Del 11 de febrero de 1873 al 28 de marzo de 1873, Barrios volvió a ejercer el cargo de Presidente Provisorio Interino, mientras García Granados visitaba los departamentos orientales. En tal ocasión, el 15 de marzo de 1873, emitió el Decreto 72, sobre la libertad de culto; además nombró Ministro de Gobernación, Justicia y Negocios Eclesiásticos a su amigo Marco Aurelio Soto, originario de Honduras. Antes de retornar, García Granados ordenó a Barrios marchar al Oriente, para que sofocara una nueva rebelión campesina, pero éste en vez de obedecer le mandó a decir que sólo acudiría hasta que convocara a elecciones presidenciales, pues ya estaba cansado de arreglar la máquina gubernamental. Un día después de su regreso, García Granados convocó a elecciones presidenciales, mediante el Decreto 94, las que se realizaron el 7 de mayo de 1873. Durante el período previo a las elecciones, circularon volantes a favor de José (sic) Rufino Barrios, en que lo señalaban como el ciudadano que destinó la Providencia para salvarla y regenerarla. Mientras la Asamblea Legislativa iniciaba el conteo de los votos, Barrios partió a Jutiapa, con el cargo de General en Jefe del Ejército Pacificador, pero apenas acompañado de un reducido contingente militar. Al llegar a Jutiapa, indicó a las tropas salvadoreñas, que habían acudido a solicitud de García Granados, que no las necesitaba y les pidió retornar a su país. Después, envió comisionados a las aldeas a ofrecer cargos militares a los caudillos insurgentes, tierras a los campesinos y a pedirles que depusieran las armas. En un par de semanas, la sublevación desapareció y sus jefes pasaron a formar parte de la escolta militar de Barrios. Políticos opositores opinaron que tal sublevación fue otra de las estrategias de Barrios para desestabilizar al Gobierno de García Granados. Al tomar posesión el 4 de junio de 1873, señaló: Por lo que a mí toca, mi intención es hacer bien, y para lograrlo no omitiré los medios de que pueda disponer. Según Francisco Lainfiesta, Barrios acostumbraba llegar al Palacio montado a caballo y vestido con traje de artesano: pantalón, chaleco y chaqueta y el sombrerito de junco, con el ala derribada sobre la frente; llevaba constantemente en la mano un pequeño fuste y de la montura retiraba el ayudante un par de revólveres, que juntamente con el chilillo, colocaba sobre la mesa del Despacho, como si fueran las insignias de su mando. Un mes después de haber tomado posesión, expulsó del país al Chantre Francisco Espinoza, Gobernador del Arzobispado, por ser pariente del revolucionario Enrique Palacios, quien preparaba una invasión desde Honduras. El 27 de agosto del mismo año, mediante el Decreto 104, consolidó todos los bienes eclesiásticos para establecer un crédito agrícola-hipotecario. Posteriormente, el 14 de febrero de 1880, mediante el Decreto 256, trasladó a favor del Estado los bienes consolidados. Los primeros en aprovecharse de tales bienes fueron el mismo Barrios, García Granados, Marco Aurelio Soto, Ramón Rosa, Manuel María Herrera, Delfino Sánchez, Luis Valenzuela, Gregorio Solares, Agustín Cuevas, Andrés Téllez, Lorenzo Montúfar y Antonio Batres Jáuregui. En 1874, el Gobierno de Barrios prohibió al clero el uso de sotana fuera de los actos litúrgicos (25/2/1874) y exclaustró a monjas ancianas que estaban en el antiguo Convento de Santa Catarina (3/3/1874). El 24 de julio del mismo año, el cura Silverio José Santizo lo casó en Quetzaltenango con Francisca Aparicio Mérida, hija de Juan José Aparicio y Francisca Mérida (AGCA, Ministerio de Gobernación, leg. 28642). Procrearon siete hijos: Elena, María de la Luz, José Ignacio, María Josefa, Carlos, Rufino y Francisca. En 1873, Barrios convocó a una Asamblea Constituyente que al ser instalada, a moción de Lorenzo Montúfar, le dio un voto de confianza para que gobernara durante cuatro años en forma absoluta. Y Barrios continuó cometiendo arbitrariedades. Por ejemplo, el síndico municipal Ricardo Casanova dio respuesta positiva a una solicitud de una paja de agua solicitada por el Doctor Eligio Baca Abarca, para que la instalara en casa que había sido parte del Convento de San Felipe Neri, con la condición que el usufructo correspondería a los religiosos si retornaban. Al enterarse, Barrios mandó llamar a Casanova, y después de insultarlo y abofetearlo, lo mandó exhibir por las principales calles de la ciudad, vestido con sotana y bonete; luego mandó que se le encerrara por ocho días en una celda de la desaparecida congregación religiosa, bajo apercibimiento que lo apalearía si se quitaba el traje clerical. Jueces como Manuel Joaquín Dardón, Manuel Ramírez, Antonio Machado, Manuel Echeverría y Salvador Falla adoptaron una actitud sumisa y resolvieron conforme a los dictados de Barrios. Los Ministros también se comportaron en forma semejante, y algunos como Martín Barrundia y Delfino Sánchez llegaron hasta los más altos grados de servilismo y adulación. El 13 de octubre de 1876 decretó que los indígenas de San Pedro Sacatepéquez fueran ladinos (AGCA, Ministerio de Gobernación, leg. 32877). En noviembre de 1877, su policía secreta descubrió la organización de una posible conspiración, denominada Complot Kopeskwi, porque se responsabilizó de ella al Comandante del Cuartel de Artillería, Antonio Kopeskwi (AGCA, B78, leg. 730, exp. 17087). Barrios aprovechó la ocasión para fusilar a 17 personas en la Plaza Central. Algo semejante aconteció en 1884, con ocasión del Atentado de la Bomba, en la esquina sureste de la Plaza del Teatro Nacional (actual Parque Colón), en que los involucrados fueron salvajemente torturados hasta conseguir que denunciaran a políticos a los que Barrios había perdido la confianza. Algunos se suicidaron antes de ser capturados y otros murieron durante los interrogatorios. En julio de 1881 y 1883, la Municipalidad celebró el cumpleaños de su esposa (AGCA, B78, leg. 732, exp. 17111). Barrios apoyó a los caficultores para que acrecentaran el tamaño de sus fincas y contaran con mano de obra durante las temporadas de recolección. Para ello permitió que las tierras de las comunidades indígenas y los ejidos municipales, así como las tierras eclesiásticas, que habían empezado a ser enajenados e invadidos durante el régimen conservador, pasaran a poder de ladinos y extranjeros, por medio de ventas en subastas públicas. En tal contexto, emitió los decretos 170 y 175 para legalizar las nuevas propiedades. Por el primero, Ley de Redención de Censos, eliminó el control municipal sobre los ejidos; estableció el procedimiento para que los inmuebles pudieran ser redimidos a favor de los censatarios; declaró obligatoria la redención de terrenos; y mandó sacar a subasta pública los terrenos no redimidos. Mediante el segundo, creó el Registro de la Propiedad Inmueble. La finca cafetalera de mayor tamaño que se estableció durante su gobierno fue El Porvenir, en las faldas del Volcán Tajumulco (San Marcos), propiedad del mismo Barrios. El arrebato de las tierras comunales y ejidales fue acompañado con el restablecimiento del trabajo forzoso para garantizar mano de obra a los finqueros, al emitir el Decreto 177, más conocido como Reglamento de Jornaleros, el 3 de abril de 1877, cuya redacción fue promovida por Manuel María Herrera, Ministro de Fomento, terrateniente y dueño de un ingenio azucarero. Dicha ley establecía que todos los jornaleros debían portar su libreta de trabajo; ordenaba a los jefes políticos departamentales y a las autoridades locales garantizar mano de obra a los finqueros, y ayudar a los patronos a localizar, reunir y devolver a las fincas a los mozos que, habiendo sido contratados, rehuían el cumplimiento de sus obligaciones. El malestar de las comunidades indígenas contra el arrebato de tierras y el traslado forzoso de campesinos a la Bocacosta empezó a manifestarse, especialmente en la región de Sacapulas (Quiché), a donde el mismo Barrios acudió a finales de octubre de 1877 para sofocar una motín de indígenas que defendían sus tierras comunales de la intromisión ladina; en esa ocasión azotó y asesinó al cura José Pagés que había acudido ante Barrios a solicitarle perdonara a 40 indígenas, condenados al paredón, bajo la acusación de estar involucrados en la sublevación. El 23 de marzo de 1874, mediante el Decreto 121, Barrios creó el Banco Nacional para que administrara la consolidación de los bienes eclesiásticos. Duró sólo dos años, porque Barrios lo llevó a la quiebra, al permitir que sus allegados consiguieran fuertes préstamos y no pagaran las amortizaciones. Posteriormente, apoyaría la fundación de Bancos privados, como el Banco de Occidente en 1881. Durante el Gobierno de Barrios se construyó la línea férrea entre el Puerto de San José y la ciudad capital; y el tramo ferrocarrilero entre Champerico y Retalhuleu. La primera fue inaugurada el 19 de julio de 1880, cuando el tendido férreo llegó a Escuintla; la primera locomotora ingresó a la ciudad hasta el 15 de septiembre de 1884. Guatemala pagó a los empresarios norteamericanos 500,000 pesos oro durante la construcción; y después de la entrega se quedó pagando 120,000 pesos oro anuales, durante 25 años; además, les concedió a perpetuidad 1,500 caballerías (67,000 hectáreas). Barrios también inició los preparativos para la construcción de la línea férrea hacia el Atlántico; para ello el 4 de agosto de 1883 emitió el Decreto 297, por el cual todos los guatemaltecos que ganaran ocho pesos o más al mes, debían comprar acciones por un monto de 40 pesos (AGCA, B106, leg. 1761, exp. 41073, fol. 3). Sin embargo, parte de lo recaudado lo utilizó durante la Campaña Unionista y la restante Martín Barrundia la repartió entre algunos Ministros, cuando se supo la noticia de la muerte de Barrios. Durante el Gobierno de Barrios hubo varias reformas educativas. La primera aconteció el 25 de febrero de 1874, cuando emitió el Decreto 116, por cuyo medio clausuró el Seminario Tridentino Nuestra Señora de la Asunción, colegio mayor que otorgaba el grado de bachiller en filosofía, y utilizó sus instalaciones para que funcionara una Escuela Normal y un Instituto Nacional. Para suplir a los profesores, sacerdotes jesuitas que había expulsado del país, trajo de Estados Unidos a pedagogos cubanos, encabezados por José María Izaguirre y José Martí, quienes cuatro años después renunciaron por intrigas gubernamentales. El segundo cambio educativo significativo ocurrió el 1 de julio de 1875, cuando emitió el Decreto 140, por cuyo medio declaró la extinción de la Universidad de San Carlos y la sustituyó por la Universidad de Guatemala, adscrita al Ministerio de Instrucción Pública; además, por dicho decreto ordenó la supresión del Consejo, Rector y Secretario de la Universidad, así como los concursos de oposición; y encargó la contratación de docentes a los encargados de las Facultades, que eran nombrados por Barrios. Un tercer cambio educativo aconteció el 28 de noviembre de 1875, cuando Barrios, después de haber expulsado a las monjas ursulinas, secularizó el centro educativo que atendían en el Convento de Belem, y lo colocó bajo la dirección de Lina Stehelin, con el nombre de Colegio Nacional de Niñas. Ese mismo año transformó el centro educativo que funcionaba en el Hospicio Nacional en la Escuela de Artes y Oficios. Otros cambios educativos fueron: autorización para utilizar 2,000 pesos de los bienes expropiados a los jesuitas, para el sostenimiento del centro educativo que ellos habían tenido en Quetzaltenango; supresión de El Niñado, centro creado y sostenido por Luz Batres de Aycinena para atender y capacitar a niñas huérfanas; creación de la Universidad de Occidente en Quetzaltenango, adscrita al Ministerio de Instrucción Pública, el 20 de noviembre de 1876; y fundación en 1879 de la Escuela de Ingeniería, adscrita a la Escuela Politécnica, para la preparación de Agrimensores; en 1882 se le otorgó la categoría de Facultad y se le trasladó a la Universidad de Guatemala. Acompañado de su esposa, Francisca Aparicio, Barrios asistió al Instituto Nacional Central para Varones, al acto de graduación de bachiller de su hijo natural Antonio, quien pronunció una disertación sobre el amor libre, que había sido redactada por Fernando Cruz por orden de Barrios. En el ámbito cultural fundó en 1873 el Conservatorio Nacional de Música, que tuvo que cerrar sus puertas tres años después porque le suspendió el apoyo financiero; a sugerencia de Delfino Sánchez mandó destruir  en 1878 la iglesia del pueblo de indios de Jocotenango, para urbanizar y lotificar la entrada al Hipódromo; en enero de 1883 ordenó repartir lotes en el Cantón Elena (AGCA, B100, leg. 1427, exp. 33877, fol. 5); suprimió en 1881 la Sociedad Económica de Amigos del País y nacionalizó su edificio (actual Congreso de la República); prohibió en 1882 la realización de procesiones religiosas en las calles; y ese mismo año trajo de Estados Unidos al Reverendo John Clark Hill para que fundara una iglesia presbiteriana y una escuela, en la 5ª calle y Callejón del Manchén, a la que asistieron sus hijos. El 15 de febrero de 1876, Barrios y Andrés Valle, Presidente de El Salvador, suscribieron en Chingo un acuerdo para invadir Honduras y deponer al Presidente Ponciano Leiva; sin embargo, presionado por el General Santiago González, Valle optó por no involucrarse. En respuesta, Barrios invadió El Salvador y Honduras, derrocó a sus gobernantes y colocó a Rafael Zaldívar y Marco Aurelio Soto, respectivamente. Tal intromisión política costó a los contribuyentes guatemaltecos un endeudamiento de 1,000,000 de pesos. Ese mismo año, por medio del Decreto 2, la Asamblea Nacional Constituyente lo declaró Benemérito de la Patria (AGCA, B, leg. 28657, exp. 416, fol. 2). El 8 de febrero de 1877, en reconocimiento por el golpe de estado, el Congreso Nacional de El Salvador otorgó a Barrios una espada adornada con piedras preciosas, fabricada en París a un costo de 17,000 pesos. El 15 de septiembre de 1877, Barrios ordenó la entrada en vigor de los Códigos Civil y Penal. Posteriormente, el 11 de diciembre de 1879, una Asamblea Constituyente aprobó una nueva Constitución Política, formada por 104 artículos, en los que se refrendaba la separación de poderes, la separación Iglesia-Estado, la prohibición del restablecimiento de congregaciones religiosas, la educación laica, la libertad de culto y el matrimonio civil. Según Lorenzo Montúfar, la Constitución de 1879 era una especie de jaula formada con amplios hilos de seda, a fin de que el león [don Rufino] pudiera moverse dentro de ella, con toda comodidad. En 1882 Barrios viajó a Estados Unidos para involucrarse directamente en las negociaciones limítrofes con México y, con la ayuda de las autoridades de Washington, acelerar la firma de un tratado favorable para Guatemala, para posteriormente poder concentrarse en su proyecto unionista. Sin embargo, no consiguió la ayuda diplomática de Estados Unidos y concedió a México todo lo que exigió. El 27 de septiembre de 1882 Manuel Herrera hijo, Ministro Plenipotenciario de Guatemala en México, e Ignacio Mariscal, Secretario de Relaciones Exteriores de México, firmaron el acuerdo limítrofe, mediante el cual Guatemala renunciaba a toda reclamación sobre Chiapas y Soconusco, y reconocía los derechos soberanos de México sobre dichos territorios. A su regreso a Guatemala, Barrios fue recibido apoteósicamente por el éxito conseguido en la negociación; y la Asamblea Legislativa se apresuró a ratificar el Tratado el 29 de diciembre de 1882. El 5 de marzo de 1885, la Asamblea Legislativa aprobó el Decreto de Unión Centroamericana, que cinco días antes le había enviado el Presidente Barrios. Por su medio se establecía la unión forzosa de las cinco repúblicas como nación unitaria, se proclamaba a Barrios Presidente provisional y Supremo Jefe Militar de Centro América y se declaraba traidor a todo aquel que se opusiera. Su redacción ha sido atribuida al sacerdote Ángel María Arroyo. Costa Rica y Nicaragua hicieron manifiesta su indignación por semejante tropelía (AGCA, B118, leg. 2446, exp. 53525). Por plegarse al proyecto unionista, la Asamblea de Guatemala declaró Benemérito de la Patria a Luis Bográn, Presidente de Honduras. Muy distinta fue la actitud del Presidente de El Salvador, Rafael Zaldívar quien, a pesar de los enviados especiales y telegramas duros y poco diplomáticos de Barrios, rechazó el decreto e hizo todo lo posible para que los presidentes Adán Cárdenas y Próspero Fernández, de Nicaragua y Costa Rica, respectivamente, declararan públicamente su rechazo a la proclamación de Barrios. Solicitó, además, la ayuda de Estados Unidos y México. Para una mayor presión a Zaldívar, Barrios nombró Comandante de los departamentos occidentales de El Salvador, al General Francisco Menéndez, exiliado salvadoreño. Ante tal hecho, Zaldívar escribió a Barrios y le señaló: No me trate como enemigo, deseo y le ruego tenga calma pues su precipitación puede envolver en sangre estos países [...] no debe tomar una actitud hostil como la de mandarme al General Menéndez. Al continuar con los preparativos, Barrios pidió al Embajador de España no meterse en lo que no le importaba. El 23 de marzo de 1885, 14,500 efectivos marcharon hacia la frontera salvadoreña (Rafael Meza sostiene que fueron 7,900), mientras el General Manuel Lisandro Barillas dirigiría las operaciones desde Quetzaltenango ante una eventual invasión mexicana, ya que el Presidente Porfirio Díaz había anunciado que concentraría tropas en la frontera guatemalteca y que procedería de acuerdo a las circunstancias. La edición del 15 de julio de 1885 de El Renacimiento hace referencia a su muerte, en Chalchuapa (El Salvador): El Señor General Barrios murió, el día 2 de abril, entre 8 y 9 de la mañana, atravesado por una bala que, según las mayores probabilidades, le fue intencionalmente disparada, muy de cerca, por alguno de los soldados mismos á quienes él conducía. Ese mismo año, José María Reina Barrios, su sobrino y Comandante del Batallón Canales, en su escrito Campaña de la Unión Centroamericana, ofrece la versión siguiente: El General en Jefe Justo Rufino Barrios dispuso, a eso de las 8 a.m. dirigir personalmente el ataque sobre el lado N.E. de «Casa Blanca» y al efecto se puso en marcha hacia aquel lugar con la Brigada Jirón, compuesta por los jalapas. Estos soldados se comportaron de la manera más cobarde e infame. Se cree que estaban ganados y aleccionados por miserables traidores, por esos hombres sin corazón y sin conciencia, por esos ingratos que durante mucho tiempo lamieron la mano de su bienhechor y explotaron su buen corazón y su bolsa […] Desgraciadamente, un momento después de comenzar el ataque, y como a las 9 a.m. una bala enemiga le hirió mortalmente y fue retirado en el acto del campo de combate. Este lamentable acontecimiento dio lugar para que algunos cobardes soldados de Jalapa que vieron caer al benemérito General Barrios, se retiraran del lugar del combate y divulgasen ante algunas tropas tan triste suceso. En junio de 1885, El Diario Nicaragüense publicó un artículo en que se explicaba que la muerte de Barrios fue planificada por enemigos políticos que habían infiltrado elementos entre la tropa. Hacia 1907, Rafael Meza, quien había sido Secretario Privado de Barrios, en su libro Centro América: Campaña Nacional de 1885, da la versión siguiente de lo acontecido: el General Barrios mientras examinaba el lugar, se inclinó un poco sobre el pescuezo de la yegua del lado derecho, para ocultarse de las trincheras del frente. En esa posición se encontraba, el fuego era recio, cuando se le vio soltar repentinamente las riendas, bambolear y caer al suelo, quedando la yegua inmóvil, parada en el mismo punto. En 1924, Ramón G. Cáceres, quien había sido testigo presencial, ofreció su versión de lo sucedido, después que Barrios arengó al Batallón Jalapa: ‘Ahora yo soy su Jefe y conmigo van a pelear. El que no quiera ir, que se regrese a su casa’. Lo vivamos y continuamos la marcha con él hacia la Casa Blanca; aquí se apeó del caballo que montaba, y acompañado del Coronel Téllez, llamó al que allí habitaba; le preguntó dónde estaba su gente y aquel le contestó que ya se había ido la mayor parte. Este señor, que era bastante gordo y no muy alto, se presentó cargando dos niños; Barrios le indicó los fuera a dejar, porque tenían que hablar. En esto, unos de la tropa fueron al cañal de la misma casa, por urgencias naturales, y regresaron asustados, pues habían visto en el cañal y campo circunvecino, muy cerca, tendida una gran fuerza salvadoreña, de lo que me dieron parte, que transmití al Coronel Téllez y éste, a su vez, a Barrios, que montó en el acto buscando al individuo de los niños; este sujeto había escapado; dio la orden de ataque, caminando a la cabeza en toda la línea de fuego, que era nutrido. Al lado izquierdo gritó parte de los que peleaban de nuestro Batallón, que les faltaba parque; ocurrió a ese punto el General Barrios, donde encontró a varios soldados al lado de una cerca de piñuela; me ordenó rompiera la cerca para que salieran esos muchachos‘, y yo que portaba un machete ayudé a la obra. En ese trabajo nos encontrábamos, cuando me gritó el corneta de órdenes de Lisandro Soto: ‘Ramón, ve lo que pasa’. Volví a ver y Barrios caía resbalando de cabeza a su derecha; corrí a verlo, lo senté, creyendo estuviera vivo, pero ya había expirado. Luis Beltranena Sinibaldi*, en su ensayo La tragedia de Chalchuapa (1979), sostiene que Barrios fue asesinado por un francotirador, el cabo Onofre Obando, la mañana del 2 de abril de 1885, con ocasión de la sublevación del Batallón Jalapa. Fue enterrado en el Cementerio General de la ciudad de Guatemala. Dos días después de la muerte de Barrios, la Asamblea de Guatemala, por medio del Decreto 97, derogó el Decreto de Unión de Centroamérica (AGCA, B118, leg. 2446, exp. 53525, fol. 19). Sus herederos políticos, especialmente los gobiernos de José María Reina Barrios, Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico Castañeda, mitificaron a Barrios y le construyeron monumentos por todo el país. Su esposa encargó en Nueva York (Estados Unidos) el mausoleo a los diseñadores D. S. Hess y Co. Fue construido en Italia por Luis Carrier. El 25 de diciembre de 1924, el Gobierno dio el nombre Boulevard Justo Rufino Barrios (en la actualidad Boulevard Liberación) a la vía que se prolonga rumbo al Guarda Viejo, al poniente del Monumento al Reformador (en la actualidad en la Avenida Las Américas). Josefina Alonso de Rodríguez dedicó un libro a la estatua ecuestre de Barrios que primero estuvo frente al Palacio de la Reforma y que llegó a Guatemala en enero de 1897. En Quetzaltenango, fue erigido el Monumento a Justo Rufino Barrios, en el Parque Centroamérica. Su Protocolo fue recuperado por Justiniano Valladares y entregado al Archivo General de Protocolos. Bibliografía: Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, El Patrón. Estudio histórico sobre la personalidad del General Justo Rufino Barrios, 1966. Paul Burguess, Justo Rufino Barrios. Una biografía. Versión española de Francis Gall (Guatemala: Editorial del Ejército, 1971). Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, El Patrón. Estudio histórico sobre la personalidad del General Justo Rufino Barrios (Guatemala: Editorial Buenas Nuevas, 2009). Ariel Batres Villagrán, ¿Justo Rufino Barrios fue asesinado o murió en batalla? (2013).

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