Vademécum Histórico Guatemalteco
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CASAUS Y TORRES, RAMÓN

Composición alegórica del retrato del Arzobispo Ramón Casaus y Torres. Grabado de Francisco Cabrera.

(1765-1845). Fraile dominico, Octavo Arzobispo de Guatemala (28/9/1815-11/7/1829) y poeta. Nació en Jaca de Huesca (Aragón, España), el 13 de febrero de 1765. Tomó el hábito dominico en el Convento de Zaragoza en 1779. Los estudios eclesiásticos los realizó en el Colegio de San Vicente (Zaragoza). En 1788 pasó a México, donde fue Lector de Teología en el Colegio Porta Coeli y en la Universidad de Santo Tomás, así como Examinador Sinodal. El 2 de agosto de 1807, el Obispo Antonio Bergoza y Jordán estuvo a cargo de su consagración episcopal, ya que había sido nombrado Obispo Auxiliar de Oaxaca. A finales de diciembre de 1810, a solicitud del Virrey de Nueva España, Francisco Xavier Venegas, y con autorización del Obispo Antonio Bergosa, publicó Cartilla de Párrocos contra Miguel Hidalgo y Costilla, en la cual lo tildó de apóstata y traidor: Llego a Nueva Guatemala de la Asunción el 30 de julio de 1811, pero la toma de posesión canónica fue hasta el 28 de septiembre de 1815 (AGCA, A12, leg. 2191, exp. 15741, fol. 165v). Como parte de su labor pastoral, consagró el Templo de la Merced (30/1/1813), ordenó a los curas párrocos levantar un censo de la población de las parroquias (24/3/1813), donó su biblioteca a la Universidad de San Carlos, consagró el Templo de Nuestra Señora del Carmen (11/9/1814), pidió que los fieles se vacunaran contra la viruela (1/10/1814), inauguró la Catedral Metropolitana (16/3/1815), colocó la primera piedra del Templo de Carmelitas Descalzas (18/4/1816) y en 1817 mandó trasladar los restos del Hermano Pedro desde la tumba que estaba junto al Altar Mayor de la Iglesia de San Francisco (Antigua Guatemala) a la Capilla de la Tercera Orden, en el mismo templo. En defensa del sistema colonial, el Arzobispo Casaus y Torres se opuso abiertamente al constitucionalismo promovido en las Cortes de Cádiz, encarceló en un convento de Nueva Guatemala de la Asunción al sacerdote Manuel Aguilar, cura originario de San Salvador, por haber desobedecido la orden de leer durante la misa una carta pastoral contra el cura mexicano Hidalgo y Costilla quien el 16 de septiembre de 1810 había encabezado el Grito de Dolores (3/11/1811), premió con canonjías en la Catedral de Guatemala a los curas Miguel Barroeta, Manuel Ignacio Cárcamo y Manuel Antonio Molina y Cañas, curas de San Miguel, San Vicente y Santa Ana respectivamente, porque éstos se habían opuesto a la Sublevación del 5 de Noviembre de 1811, acontecida en San Salvador (El Salvador), exhortó a los fieles a mantener el patriotismo frente a las rebeliones y tachó a los sediciosos de lobos y gavilanes (20/4/1812), opinó que la inspección hecha por las autoridades edilicias a las cárceles conventuales de Nueva Guatemala de la Asunción violaba la inmunidad eclesiástica y el derecho de asilo, publicó un edicto contra el decreto de las Cortes de Cádiz, que preceptuaba la abolición de la pena de azotes en los establecimientos públicos, seminarios y escuelas (5/3/1814), como Director de la Sociedad Económica de Amigos del País, evitó el impulso de proyectos progresistas (1815), dirigió un sermón, en el cual afirmó que derramaría hasta la última gota de su sangre, antes que ser infiel a Dios, al Rey y a España, lo que ocurriría si juraba la Independencia (8/9/1821). El 18 de septiembre de 1812, el Ayuntamiento acordó entregarle una de las medallas conmemorativas de la Jura de la Constitución Gaditana (AGCA, A12, leg. 2190, exp. 15738, fol. 148). Fue satirizado en el personaje de Don Babilonia de la comedia El Coliseo de Antonio Rivera Cabezas y José Francisco Barrundia. En la Junta celebrada el 15 de septiembre de 1821, en el Real Palacio, expresó que no había nada que resolver, sino esperar que España decidiera acerca del Plan de Iguala. Cuando salía del edificio, fue halado de las vestiduras por algunos de los partidarios de la Independencia, hasta romperle el roquete o sobrepelliz. Además, detuvieron su coche en la calle y lo insultaron. Cinco días después, el 20 de septiembre, juró la Independencia (AGCA, B11, leg. 6941, exp. 57780, fol. 176). El 14 de enero de 1822 juró la anexión al Imperio Mexicano (AGCA, B5, leg. 74, exp. 2238, fol. 4). El 25 de abril de 1822 solicitó a la Diputación Provincial la prohibición de libros que atenten contra la moral y la religión (AGCA, B57, leg. 67, exp. 1827, fol. 18). Durante el Gobierno de Mariano de Aycinena apoyó la quema de libros prohibidos por la Iglesia. En 1824 tuvo un fuerte enfrentamiento con los diputados del Congreso Constituyente y autoridades de El Salvador, que habían decidido, mediante los decretos del 27 de abril y 4 de mayo de 1824, la creación de la Diócesis de San Salvador y la elección de José Matías Delgado como primer Obispo. Sobre el particular, el Arzobispo Casaus declaró nulo todo lo resuelto. En abril de 1825, el Presidente de la República Federal, Manuel José Arce, exigió al Arzobispo abandonar la redacción de edictos contra el Obispado de San Salvador. El 27 de noviembre de 1825, en Usulután (El Salvador) circuló un pasquín solicitando la expulsión del Arzobispo, acusándolo de ser, desde 1811, enemigo de la Independencia (AGCA, B79, leg. 135, exp. 3148). En enero de 1828, donó las arañas de plata para que lo que se obtuviera fuera invertido en la guerra contra El Salvador. También instruyó a las comunidades religiosas entregar los objetos de plata con el mismo objetivo (AGCA, B10, leg. 3485, exp. 79643, fols. 5-6). Después que el Ejército Aliado Protector de la Ley invadiera la ciudad de Nueva Guatemala de la Asunción, Francisco Morazán lo obligó, primero, a nombrar al Doctor José Antonio Alcayaga como Provisor del Arzobispado, y al Presbítero Francisco Márquez, como Gobernador Eclesiástico del Obispado de Honduras (AGCA, B83, leg. 1124, exp. 25466). Luego le exigió sustituir a un buen número de curas párrocos. El 11 de julio de 1829, un cuerpo de tropas del Ejército Aliado Protector de la Ley ocupó, a la medianoche, el Palacio Arzobispal y expulsó hacia La Habana (Cuba) a Casaus y Torres y a frailes franciscanos, dominicos y recoletos, que sumaban alrededor de 40. Antes de partir del Puerto de Omoa, bajo una custodia comandada por Juan Galindo, el Prelado delegó sus facultades episcopales en el Vicario General, Diego Batres. El Coronel Rafael Castillo informó a Morazán que el 4 de agosto de 1829 había embarcado a Casaus y a los frailes en la Goleta Duque de Belice, con rumbo a La Habana (AGCA, B83, leg. 1111, exp. 24786). El 13 de junio de 1830, la Asamblea Legislativa de Guatemala lo acusó de organizar, desde La Habana, una sublevación contra las autoridades federales, lo declaró traidor a la patria, le quitó la ciudadanía, le extrañó perpetuamente del territorio del Estado de Guatemala y declaró vacante su silla episcopal (AGCA, B83, leg. 1124, exp. 25466, fol. 24). Argumentó como pretexto de tales medidas que el Gobierno español le pasaba una pensión de 3,000 pesos, y porque, antes de la Independencia, había opinado contra ésta y apoyado la dominación española. La expulsión del Arzobispo Casaus y de las órdenes religiosas generó el repudio de personas que hasta habían sufrido la cárcel por defender la Constitución de Cádiz. Tal fue el caso del Presbítero José Antonio de Larrazábal quien, con ocasión de la bendición del Templo de la Recolección, durante el Sermón, censuró acremente a los políticos liberales por tal acción. Una de las razones que constantemente manifestaron los montañeses para proseguir su lucha fue la expulsión que los liberales habían hecho del Arzobispo Casaus y de las órdenes religiosas. Por ello, en febrero de 1839, Rafael Carrera exigió al Gobierno de Carlos Salazar el retorno del Arzobispo. El 21 de junio de 1839, la Asamblea Legislativa, mediante el Decreto 19, declaró nulo y de ningún valor el Decreto de la Asamblea Legislativa de 13 de junio de 1830 que impuso la pena de extrañamiento perpetuo del Arzobispo (AGCA, B12, leg. 214, exp. 4941, fol. 284). El 1 de julio de 1840, el Arzobispo Casaus hizo circular un impreso en el que felicitaba a Carrera por su triunfo sobre Morazán. Aprovechando la derrota de los coquimbos, el Jefe de Estado Mariano Rivera Paz apoyó el viaje a Cuba del Padre José María Castilla para ofrecer al Arzobispo Casaus todas las garantías necesarias para que retornara a Guatemala, pero éste retrasó su decisión por temor a que Morazán volviera a aparecer en escena. El 8 de junio de 1842, el Presbítero Jorge Viteri y Ungo, cuando iba rumbo a Roma (Italia), visitó al Arzobispo Casaus en La Habana y, aunque no logró convencerlo que retornara a Guatemala, consiguió que apoyara la creación de un Obispado en El Salvador. El 1 de julio de 1842 informó que no retornaría a Guatemala, porque Morazán se encontraba nuevamente en Centroamérica (AGCA, B83, leg. 1111, exp. 24790). El 4 de septiembre de 1845, Carrera le escribió y le pidió regresar a Guatemala para ayudar con su liderazgo a resolver los problemas políticos. Murió el 10 de noviembre de 1845, en La Habana. La noticia llegó a Guatemala el 13 de enero de 1846. El 20 de mayo de 1846, sus restos llegaron a Izabal, a bordo de la real goleta naval española “Polka”. El 1 de julio, se le sepultó en la Iglesia de Santa Teresa. Después de los Terremotos de 1917-1918, sus restos fueron trasladados a las bóvedas de la Catedral.

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