Vademécum Histórico Guatemalteco
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BERGAÑO Y VILLEGAS, SIMÓN

Carátula de segunda edición de Manifiesto de defensa de Simón Bergaño y Villegas.

(1781-1828). Poeta satírico, fabulista y periodista. Llegó a Nueva Guatemala de la Asunción a principios de 1800 (AGCA, B27, leg. 31, exp. 777, fol. 77). En marzo de 1803, declaró haber nacido en 1781 en las Montañas de Santander (España), según documento descubierto por Josefina Alonso de Rodríguez, en el Archivo General de Centro América. Su nombre verdadero parece ser que fue Simón Carreño, pues firmó con las iniciales S.C. algunos artículos publicados en la Gazeta. Usó muletas, debido a lesiones sufridas al caerse de un árbol en su juventud, en Escuintla. Hacia 1802, Alejandro Ramírez, Secretario de la Audiencia de Guatemala y Editor de la Gaceta, consiguió que lo nombraran Archivero de la Audiencia de Guatemala. En 1804, como empleado de la Secretaría de Gobierno, solicitó la reparación de la Sala del Palacio, en que el Gabinete de Historia Natural había estado (AGCA, A110, leg. 5921, exp. 51355). Fue autodidacta y gran lector de literatos y pensadores de la corriente filosófica, política y literaria de la Ilustración. A ello hace referencia en el poema Utilidades de la vida literaria. Como periodista, escribió sobre economía, comercio, educación, ciencia y filosofía. En 1804 empezó a publicar poemas en la Gazeta, con el seudónimo de Bagoñer de Sagelliú. Las autoridades eclesiásticas se sintieron ofendidas, por las críticas de Bergaño contra la filosofía y teología escolástica, la oratoria sagrada y la enseñanza universitaria en latín. En Guatemala publicó en 1803 un folleto con cuatro odas: “La partida”, “Mi filosofía”, “Mi primera malicia” y “La rosa de Elvira”. En 1807 publicó en la Gazeta el artículo “Delirios patrióticos”, en el cual además de criticar en forma abierta los males del sistema político colonial, propuso reformas políticas sustanciales. El año siguiente, fue nombrado editor de la Gazeta, periódico en el que también publicaba composiciones literarias picarescas. Ese mismo año, el Arzobispo Luis Peñalver y Cárdenas denunció el artículo Hermafroditas y acusó a Bergaño y Villegas de estar lleno de amor propio y no de buenos pensamientos. Las presiones del Prelado contribuyeron a que la Inquisición confiscara su biblioteca. Manuel Díaz, uno de los testigos que declaró contra él en el Tribunal de la Inquisición, lo describió así: Tiene veinticinco años; es de estatura regular, barbilampiño; flaco; baldado de una pierna por haberse caído de un árbol en Escuintla; empleado de la Secretaría de la de la Presidencia y editor de la Gaceta de Guatemala. También fue autor de La vacuna, canto dirigido a los jóvenes (poema, 1808); y en la misma publicación Silva de Economía Política (poema), ilustrada con un grabado de Francisco Cabrera. Bergaño pudo imprimir tal obra al haber logrado que Roberto Sacasa, comerciante originario de Granada (Nicaragua), le sirviera de mecenas. Como fabulista compuso El lorito; La loca y la vieja; La vieja y el bailarín; y El poeta y el loro. En 1807, Josefa Olivera, vecina de Antigua Guatemala, lo denunció ante la Inquisición de haber dicho esas son pendejadas, cuando Don Vicente Olivera daba lectura al libro Flos sanctorum (AGCA, A41, leg. 1, exp. 6). El 24 de octubre de 1808, a media noche, fue detenido bajo el cargo de infidente, así como de propagar ideas subversivas que hacen sospechar división entre europeos y americanos (AGCA, B27, leg. 31, exp. 777). Fue sentenciado a prisión y deportado a La Habana (Cuba), como reo peligroso, posiblemente por haber incitado a los artesanos del Barrio de San Sebastián de Nueva Guatemala de la Asunción a amotinarse, ser autonomista, haber mantenido correspondencia con el abogado Agustín Pomposo Fernández y Ramón Quintana, vecinos de México y haber pedido la formación de una junta popular contra Napoleón Bonaparte. Sus bienes, en especial su biblioteca, fueron subastados en almoneda pública, en la que Joaquín Lindo adquirió El espíritu de las leyes, de Montesquieu. Después de permanecer preso cinco meses en Omoa (Honduras), aguardando buque, en mayo de 1809 fue trasladado a la prisión del Castillo del Morro, en La Habana. No se tiene certeza del tiempo que estuvo en prisión, pues ese mismo año aparece como colaborador del periódico El Aviso. En 1811, fundó y dirigió el Correo de las Damas pero, a los pocos meses fue cerrado por Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, Obispo de San Cristóbal La Habana (1800-1832), por medio de una Carta Pastoral en que lo acusó de atentar contra la moral pública. Bergaño y Villegas se defendió al publicar Manifiesto que publica uno de los editores del Correo de las Damas, Don Simón Bergaño y Villegas para sincerar su opinión vulnerada en la pastoral impresa el dos de septiembre contra el rasgo filosófico de Dorila y la persona del autor. En 1812 solicitó se le indultara conforme a lo dispuesto por las Cortes (AGCA, B27, leg. 3, exp. 778, fol. 20). También colaboró en los periódicos El Patriota Americano y Diario Cívico. En 1814 publicó El desengañado o despedida de la Corte y Elogio de la vida del campo, en un periódico de La Habana. El 2 de septiembre de 1815, el Ministerio Universal de Indias comunicó al Capitán General de Cuba que lo confine en un castillo y que le prohíba toda clase de comunicación y licencia para escribir (AGCA, B27, leg. 31, exp. 778, fol. 25). El 12 de diciembre de 1816, el Rey ordenó su libertad y que se le abonara los sueldos caídos como Oficial de la Secretaría de Gobierno y que se le jubilara, si no podía servir algún empleo (AGCA, A31, leg. 18, exp. 380, fol. 33). No hay seguridad sobre el año y lugar en que murió. Algunos creen que fue en La Habana, en 1828. Ramón A. Salazar, en Historia del desenvolvimiento intelectual de Guatemala, lo rescató del olvido, al referirse a su accidentada vida, a su persecución política y a su destierro.

 

Bibliografía: Manuel Galich, “Martirologio laico de Bergaño y Villegas, reo de pensamiento liberal”. Páginas Escogidas, 219-266 pp. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas.

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