Vademécum Histórico Guatemalteco
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CARRERA, RAFAEL

Rafael Carrera

(1814-1865). Gobernante conservador y fundador de la República de Guatemala. Nació en la aldea Lo de Rodríguez (Guatemala), el 25 de octubre de 1814. Hijo de Simón Carrera y Juana Rosa Turcios. Sus abuelos paternos fueron Francisco Carrera y Dominga Micaela Gómez; y los maternos, Felipe Turcios y Luisa Josefa Díaz. Fue bautizado de inmediato por una de las personas que asistieron al parto. Un día después, el cura párroco de la iglesia de Candelaria, Antonio Croquer, lo bautizó sub conditione con el nombre de José Rafael. En 1826, siendo todavía un adolescente, se alistó en el ejército federal y participó en las batallas de Arrazola, Chalchuapa, Mexicanos y Aguas Escondidas, como tamborilero de las tropas comandadas por el Coronel Antonio Aycinena. Antes de asentarse en Mataquescuintla como comerciante de cerdos, trabajó como sirviente de una mujer de dudosa reputación; peón en una finca de cochinilla, en Antigua Guatemala, de la que fue despedido por tahur; y como ayudante de arrieros y comerciantes. Hizo amistad con el cura párroco de Mataquescuintla, el Padre Francisco Aqueche, quien en 1836 convenció a Petrona García Morales, hija de un rico ganadero, dama de carácter fuerte, celosa y muy devota, a que aceptara casarse con Carrera. El 6 de mayo de 1837, encabezó una manifestación de alrededor 2,000 vecinos de Mataquescuintla para expulsar a los paramédicos enviados por el Gobierno de Mariano Gálvez a combatir la epidemia de cólera; algunos no regresaron, pues murieron debido a que les obligaron a beber las medicinas que traían. A finales de mayo, principales indígenas de Mataquescuintla y comisionados rebeldes de Santa Rosa le propusieron encabezar un levantamiento popular contra el Gobierno. Al principio, rechazó el ofrecimiento pero, ante la insistencia, se fue a la iglesia y después de conversar con el Padre Aqueche, retornó para aceptar el mando. El 9 de junio de 1837, acudió en ayuda de los sublevados de Santa Rosa, que estaban siendo masacrados por fuerzas gubernamentales y a las que derrotó y puso en fuga en Ambelis; además, rescató 20 carabinas y 14 caballos. El jefe rebelde de Santa Rosa, Teodoro Mejía, le entregó el mando a Carrera, lo que le convirtió en el caudillo de todos los montañeses. Posteriormente, publicó un manifiesto en que demandaba la abolición de los Códigos de Livingston y de las leyes contra la moral católica, la anulación de concesiones territoriales a extranjeros, el retorno del Arzobispo Ramón Casaus y Torres y de las órdenes religiosas, la abolición del impuesto de capitación de dos pesos, la amnistía para los exiliados de 1829 y el acatamiento a las órdenes que él emitiera. A finales de enero, mientras preparaba el asalto final a Nueva Guatemala de la Asunción, a la cabeza de cerca de 12,000 montañeses, el General Manuel Carrascosa, comandante de las fuerzas liberales de oposición al Gobierno de Gálvez, por medio del Padre Mariano Durán, consiguió negociar con Carrera y aceptarle sus demandas, a cambio que reconociera al nuevo Gobierno encabezado por Pedro Valenzuela. El 1 de febrero de 1838 invadió la ciudad y se apoderó de 2,000 fusiles que Gálvez tenía escondidos en el Palacio Arzobispal. Según Miguel García Granados, político opositor a Gálvez, aunque cuasi toda la ciudad estuvo por espacio de tres días en poder de aquellas hordas salvajes, no hubo robos, ni otras desórdenes lamentables, a excepción de la muerte del Vicepresidente de la República Federal, José Gregorio Salazar. Después que el Gobierno lo nombró Comandante General del Distrito de Santa Rosa, Carrera y los montañeses se retiraron a su lugar de origen. Poco después, el Presidente de la Federación, Francisco Morazán, llegó a Guatemala y organizó una campaña militar para aniquilar el movimiento campesino, lo que provocó el incremento y endurecimiento de las acciones bélicas. Por ejemplo, en Mataquescuintla, Morazán mandó fusilar al suegro de Carrera, cortarle su cabeza, freírla en aceite y colocarla en una vara en la esquina de su casa, para amedrentar a los alzados contra el régimen federal. Debido a las críticas de los conservadores en la Asamblea Legislativa, del clero en el púlpito y al de las manifestaciones populares, el 22 de julio de 1838 Pedro José Valenzuela renunció y en su lugar fue nombrado Mariano Rivera Paz como nuevo Jefe de Estado, quien derogaría las reformas liberales del tiempo de Gálvez. El 11 de septiembre de 1838, Carrera fue sorprendido, derrotado y puesto en fuga en Villa Nueva por fuerzas comandadas por el General Carlos Salazar. El 10 de octubre, Morazán retornó a la ciudad de Guatemala y decretó la ley marcial. En respuesta, los montañeses atacaron Santa Ana y Ahuachapán, en El Salvador; sin embargo, fuerzas federales y del Estado de los Altos salieron en su busca, lo que obligó a Carrera a proponer la paz, la que se concretó el 23 de diciembre de 1838, por medio del Tratado de El Rinconcito, en que se comprometió a dejar las armas y reconocer al Gobierno de Rivera, que lo restableció como Comandante Militar del Distrito de Mita. El 30 de enero de 1839, los liberales consiguieron que la Asamblea Legislativa depusiera a Rivera Paz y lo sustituyera por Carlos Salazar, quien derogó los decretos dados por su antecesor, lo que hizo resurgir el malestar campesino. El Padre Francisco Lobo empezó a reorganizar a los montañeses y el 24 de marzo Carrera publicó un pronunciamiento contra Morazán y se dirigió hacia la capital, la que tomó el 13 de abril, para reinstalar a Rivera Paz como Jefe de Estado, quien en agradecimiento lo nombró Comandante del Ejército de Guatemala, con el rango de Brigadier General. Este hecho marca el inicio del Régimen de los 30 Años, pues en adelante los dirigentes políticos conservadores y la jerarquía eclesiástica cesaron en sus críticas contra Carrera y empezaron a enaltecerlo. A finales de 1839, el Gobierno de Guatemala inició acciones para deponer al Estado de los Altos, lo que consiguió el 25 de enero de 1840, cuando Carrera derrotó a las tropas altenses, comandadas por el General Agustín Guzmán. Morazán intentó vengar tal acción y el 18 de marzo de 1840 invadió Nueva Guatemala de la Asunción con 1,500 soldados. Carrera y su ejército abandonaron la ciudad, pero el día siguiente contraatacaron hasta recuperarla y expulsar a Morazán, quien con menos de 500 hombres huyó hacia La Libertad (El Salvador), donde se embarcó hacia América del Sur, para no ser hecho prisionero. A Quetzaltenango llegó la noticia sobre la toma de la capital por Morazán, pero no la de su derrota. Envalentonados, restablecieron el Estado de los Altos. Por ello, Carrera retornó a Quetzaltenango, recuperó el poder y el 2 de abril de 1840 mandó ejecutar en la plaza principal a Roberto Molina, Alcalde Primero, y a 17 dirigentes liberales, entre ellos a los miembros de la Municipalidad. Después se dirigió a El Salvador, donde impuso a Francisco Malespín como Comandante militar. Para frenar el creciente poder de los conservadores y del alto clero, a principios de 1844 políticos liberales y Carrera provocaron un nuevo alzamiento campesino, que concluyó el 11 de marzo, mediante el Convenio de Guadalupe, por el que se acordaba la disolución de la Asamblea Constituyente; el traslado de la autoridad de ésta al Consejo de Gobierno; la ampliación de los poderes presidenciales; un impuesto a los bienes importados que pudieran ser fabricados en el país; la exclusión de los eclesiásticos de los cargos públicos; y el fuero militar. El 9 de diciembre de 1844, un Congreso Constituyente designó Presidente a Carrera, quien tomó posesión el 14 de ese mes, en sustitución de Rivera Paz. Al tomar el juramento del cargo, el Presidente del Congreso, José Venancio López, político liberal, lo comparó con Bartolomé de las Casas. Durante este período, Carrera procuró mantenerse distante de conservadores y liberales, realizando frecuentes cambios en los Ministerios; controló el poder, pero fue incapaz de resolver la situación de miseria de la población rural, que volvió a levantarse en armas. La respuesta gubernamental fue semejante a la empleada por Gálvez: reclutamiento y préstamos forzosos, así como leyes draconianas contra los alzados. En junio de 1846, fue descubierta una conjura política que pretendía intimidar a Carrera durante las honras fúnebres del Arzobispo Ramón Casaus y Torres, para obligarlo a efectuar un cambio radical en la conducción política del país. En ella participaron los hermanos Juan y Manuel Diéguez Olaverri. El hecho más significativo de este período fue la fundación de la República, el 21 de marzo de 1847, cuando a las cuatro de la tarde el Corregidor de la ciudad, Carlos Meany, leyó el Decreto 15, izó la bandera de la República y lanzó monedas alusivas entre los concurrentes. El Decreto consignaba que la absoluta independencia de que goza la República hasta la fecha, no sería jamás un obstáculo para la integración de Centroamérica. Presionado por políticos liberales que le recordaban lo establecido en el decreto de Fundación de la República, el 24 de mayo de 1848 convocó a elecciones para el Congreso Constituyente, que fueron ganadas por los liberales. A lo anterior se sumó el alzamiento militar de José Dolores Nufio en Chiquimula, quien después de tomarse el puerto de Izabal, hacía preparativos para invadir la ciudad de Guatemala. Antes tales hechos, Carrera renunció el 15 de agosto de 1848, la que le fue aceptada el día siguiente, cuando se eligió en su lugar a Juan Antonio Martínez. Dos días después, escoltado por una sección de infantería y una escuadra de caballería, se fue a Chiapas. La renuncia de Carrera creó más anarquía, pues los comandantes de los montañeses empezaron a presionar al nuevo Gobierno para que le resolviera sus demandas. Mientras tanto, Carrera se reorganizaba en Chiapas y en abril de 1849 invadía Quetzaltenango. En menos de seis meses, Martínez renunció; lo mismo hizo su sucesor José Bernardo Escobar, quien fue reemplazado por Mariano Paredes, quien intentó frenar militarmente la reorganización de Carrera en Occidente; al no conseguirlo, formó una comisión que el 5 de junio de 1849, en Quetzaltenango, llegó a un acuerdo con Carrera para que pudiera retornar a Guatemala, a restaurar la paz. El 5 de agosto, Paredes lo nombró Comandante General de las Fuerzas Armadas. Hizo frente a varias sublevaciones armadas y en el Congreso a una fuerte oposición de los liberales. Sus métodos eran frecuentemente brutales, destruyendo aldeas enteras y reasentando a sus pobladores en lugares distantes. El mayor éxito militar de Rafael Carrera lo consiguió en la Batalla de la Arada, el 2 de febrero de 1851, al vencer a un ejército conformado por exiliados guatemaltecos, “montañeses” y soldados salvadoreños y hondureños. Con ello, puso final a los proyectos unionistas de los liberales centroamericanos. El 19 de octubre de 1851, una Asamblea Constituyente aprobó una nueva Constitución política, denominada Acta Constitutiva. Tres días después, el Presidente Paredes renunció y la Asamblea designó a Carrera Presidente, cargo que empezó a ejercer el 6 de noviembre de 1851, después de haber hecho el juramento de ley ante el Arzobispo Metropolitano, Francisco de Paula García Peláez. Tres años después, el 21 de octubre de 1854, fue nombrado “presidente vitalicio”, a solicitud del Consejo de Estado, Cabildo Eclesiástico, Corte Suprema de Justicia, Universidad de San Carlos, Consulado de Comercio y Sociedad Económica de Amigos del País, aunque el principal promotor fue Pedro de Aycinena, Ministro de Gobernación, quien dirigió notas a dichas instituciones el 19 de junio de 1854. El acta fue firmada por el Arzobispo Francisco de Paula García Peláez, Manuel Francisco Pavón, José Nájera, Pedro de Aycinena, Juan Matheu, Luis Batres, José María Urruela, Raymundo Arroyo, Basilio Zeceña, Manuel Cerezo, José Antonio Larrave, Manuel María Bolaños, Mariano Paredes, Pedro José Valenzuela, José María Barrutia, Julián Alfaro, José Nicolás Arellano, Manuel C. Espinoza, Prudencio Puertas, José Antonio Azmitia, Pedro N. Arriaga, Manuel Arrivillaga, José María Saravia, Manuel Echeverría, Manuel Rivera, Andrés Andreu, Atanasio Urrutia, Doroteo J. Arriola, Manuel Joaquín Dardón, Felipe Prado, Ignacio de Aycinena, J. C. Lorenzana, Mariano Álvarez, Vicente Cerna, J. Ignacio Irigoyen, J. Basilio Porras, José M. Espínola, José Álvarez Piloña, Francisco Benites, Santos Carrera, Joaquín Solares, Eusebio Murga, Serapio Cruz, Leandro Navas, J. Víctor Zavala, Guillermo Knoth, José Ignacio Méndez, Julián Hurtado, Francisco A. Espinoza, J.M. Mijangos, Manuel J. Durán, J. María Cortave, Vicente Zebadúa, José Milla, Mariano Córdova, José Montúfar, Cayetano Batres, Juan G. Parra, Marcos Dardón, Camilo Idalgo, Pedro V. González Batres, Luis Pavón, Ignacio G. Saravia, Miguel Ruiz, José Farfán, Juan José Valcárcel, Juan Andreu, Pedro Montiel, José María Escamilla, Quirino Flores, J. María Palomo, Carlos A. Meany, José de Lara Pavón, Manuel Larrave, Juan B. Peralta, José Luna, Mariano Padilla, Rafael Machado y Ramón Castellanos. Carrera vivió en la casa esquinera de la 5ª calle y 8ª avenida de la zona 1. Lo más significativo de este nuevo período gubernamental fueron la Ley Pavón, el Concordato con la Santa Sede, el fomento de la caficultura, la construcción de los fuertes de San José y Matamoros, la participación en la Guerra Nacional de Nicaragua, el Tratado Aycinena-Wyke y la invasión a El Salvador en 1863. El 16 de septiembre de 1852, el Gobierno de Carrera emitió el Decreto 88 o Ley Pavón para normar el funcionamiento del sistema educativo. Lleva tal nombre, porque fue redactada por Manuel Francisco Pavón Aycinena, Primer Ministro de Carrera. Ordenaba que cada municipalidad tuviera una escuela para niños y otra para niñas, y una comisión presidida por el párroco, la cual era la responsable del nombramiento de los maestros, de la dirección de las escuelas y de la administración de los fondos; disponía que los niños con mayor capacidad y buen comportamiento podían ser empleados como acólitos; permitía las escuelas privadas, siempre y cuando las autoridades aprobaran sus programa de estudios; y mandaba que en las escuelas públicas la enseñanza primaria comprendería lectura, escritura, reglas de aritmética, moral y urbanidad, y doctrina cristiana, así como costura, bordado y artes domésticas para las niñas. A finales de 1852, funcionaban 206 escuelas que atendían 6,286 estudiantes, cifra poco significativa si se contrasta con el hecho que la población total del país era alrededor de 847,000. El 7 de octubre de 1852, la Santa Sede y el Gobierno firmaron un convenio, mediante el cual el Gobierno de Guatemala concedía a la Iglesia el control de la educación y autorizaba la censura eclesiástica; ordenaba, además, la restauración del diezmo y reconocía el derecho de la Iglesia a adquirir propiedades. Ésta, por su parte, aceptaba la legitimidad de las adquisiciones de bienes que habían sido expropiados durante el Gobierno Federal, prometía no entrometerse en asuntos políticos y concedía al Gobierno de Guatemala el Patronato Real, por el cual el Presidente de la República obtenía el derecho de nombrar obispos y otros jerarcas eclesiásticos. El Papa recompensó el apoyo de Carrera en diciembre de 1853, al nombrarlo Caballero Gran Cruz de la Orden de San Gregorio Magno. Ese mismo año, la Reina Victoria le obsequió una espada con vaina roja y guarnecida la empuñadura de brillantes, como agradecimiento por haber facilitado la firma del Tratado Aycinena Wyke (la esposa de Justo Rufino Barrios utilizó la empuñadura de dicha espada para hacerse una peineta). El 10 de octubre de 1854 se verificó la solemne declaratoria del Concordato entre la Santa Sede y el Gobierno de Guatemala. Durante los dos períodos presidenciales de Carrera, la Sociedad Económica de Amigos del País y el Consulado de Comercio promovieron el cultivo del café. Por su parte, el Gobierno pagó a los plantadores 25 pesos por cada 1,000 árboles sembrados, subsidió con un peso cada quintal exportado, exoneró a los productores del pago de alcabala y autorizó a las municipalidades de Verapaz arrendar tierras comunales para el cultivo de café. En 1862, siete departamentos producían ya café. Para proteger la capital, Carrera ordenó la construcción del Fuerte de San Rafael Matamoros, en la entrada noreste; y mejorar la de San José de Buena Vista, en la del sur. El Castillo de San José había empezado a ser construido por el Arquitecto José María Cervantes, después de la caída del Gobierno de Gálvez, detrás de la iglesia de El Calvario, en la Colina Buena Vista; fue inaugurado en 1846, cuando se trasladó en procesión la imagen de Santa Bárbara, patrona de los artilleros, desde la Iglesia del Calvario. El Fuerte Matamoros fue construido a partir de 1853 por el mismo Arquitecto Cervantes. Fue inaugurado el 24 de octubre de 1858, con el traslado de la imagen de San Rafael Arcángel, desde el templo de la Concepción, en hombros de jefes y oficiales. En 1855, para arrebatar la Presidencia a los conservadores de Granada, Francisco Castellón y Máximo Jerez, dirigentes liberales de León (Nicaragua), contrataron mercenarios en Estados Unidos. El 16 de junio de 1855 arribaron al Realejo (Corinto) los primeros 57 filibusteros, apodados la “falange inmortal”, armados con fusiles de repetición y comandados por William Walker. Sin embargo, el verdadero propósito de los filibusteros iba más allá de favorecer a uno de los bandos, sino el de apoderarse de Nicaragua, continuar con el resto de América Central y finalmente con México, para fortalecer a los Estados esclavistas del Sur de Estados Unidos. Para ello, Walker se hizo elegir Presidente de Nicaragua, se apoderó de la Ruta del Tránsito por el Río San Juan, confiscó propiedades, adoptó el inglés como idioma oficial de Nicaragua y legalizó la esclavitud de negros e indígenas. El Presidente de Costa Rica, Juan Rafael Mora, exhortó a los estados centroamericanos a combatir unidos a los filibusteros. Guatemala, Honduras y El Salvador acudieron al llamado. Mora, al mando del ejército costarricense, inició la campaña militar y derrotó a los filibusteros en la batalla de Santa Rosa, el 20 de marzo de 1856. Carrera envió un ejército al mando del General Mariano Paredes, quien murió a consecuencia del cólera, y debió sustituirlo el Coronel José Víctor Zavala. El periodista y novelista Antonio José de Irisarri, embajador de Guatemala y Nicaragua en Washington, elevó un escrito ante el Secretario de Estado de Estados Unidos, en que le recriminaba la falta de capacidad de sus gobernantes para hacer valer las leyes de neutralidad existentes, y de emplear la Doctrina Monroe para encubrir su propia interferencia en los asuntos políticos internos de Nicaragua. Guatemala y Costa Rica pidieron apoyo militar a Francia, España e Inglaterra. Este último ubicó varios buques de guerra en Greytown (San Juan del Norte, Nicaragua), para impedir que llegara gente y municiones a los filibusteros; además, proveyeron armas y municiones a las tropas aliadas centroamericanas. Las fuerzas combinadas de Centroamérica eran superiores en número a las de Walker, que llegaron a contar con más de 2,000 combatientes y tenían mejor armamento, pero salieron victoriosas pese a los problemas internos y al cólera morbus. Walker se rindió en Rivas el 1 de marzo de 1857. Fue entregado al Comandante de la corbeta americana Saint Mary, ocasión en la que Walker obsequió al Mariscal José Víctor Zavala un ejemplar de La Eneida de Virgilio, anotada de su puño y letra. Al retornar, gran parte de las tropas venían enfermas de cólera y provocaron una epidemia que diezmó a la población. Entre los muertos estuvieron la esposa y una hija de Carrera, el Doctor Quirino Flores y el músico Benedicto Sáenz. El 30 de abril de 1859, Pedro de Aycinena, en representación de Guatemala, y Charles Lennox Wyke, por Gran Bretaña, firmaron una convención, mediante la cual el Gobierno de Rafael Carrera reconoció el establecimiento británico de la Bahía de Honduras, así como los límites que existían al 1 de enero de 1850. Por su parte, Inglaterra se comprometía construir una vía de comunicación entre la capital de Guatemala y el lugar más idóneo de la costa atlántica. Como los británicos no cumplieron con la cláusula que estipulaba la construcción de la carretera, el Estado guatemalteco ha sostenido que dicho tratado es nulo ipso facto. En 1859 introdujo el sistema métrico decimal, pero éste fue derogado en 1872, bajo el pretexto de que el pueblo no estaba aún preparado para ello. En 1861 rechazó la solicitud del Presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln, referente al establecimiento de una colonia de negros libertos en la región de la Verapaz e Izabal. En diciembre de 1862, Carrera rompió relaciones diplomáticas con El Salvador, aduciendo ultrajes en la prensa salvadoreña, injerencias políticas en Honduras y Nicaragua, y preparativos de invasión militar a Guatemala. En febrero de 1863, el ejército guatemalteco tomó Santa Ana, pero dos días más tarde, Gerardo Barrios lo repelió en Coatepeque (El Salvador). En junio de 1863, las tropas guatemaltecas volvieron a invadir; en septiembre, fuerzas nicaragüenses lo hacían por San Miguel. Finalmente, el 26 de octubre de 1863 los guatemaltecos ocuparon San Salvador y colocaron en la Presidencia a Francisco Dueñas, mientras Gerardo Barrios lograba huir hacia Panamá. Carrera atribuyó la victoria a la Divina Providencia que le había dado la energía para dominar la insurrección victoriosa y para hacer servir las masas, sencillas pero indómitas, de las gentes del campo, a la obra verdaderamente civilizadora que he podido continuar durante un cuarto de siglo. Sus tropas saquearon San Salvador, destruyeron la tumba de Morazán y fusilaron a varios funcionarios gubernamentales. Falleció el 14 de abril de 1865, Viernes Santo, a las nueve y media de la mañana, después de haber estado en cama cerca de 40 días, arrojando coágulos de sangre. Clemente Marroquín Rojas piensa que fue a causa de un cólico miserere, es decir, peritonitis aguda. En los corrillos populares se dijo que fue envenenado con camotillo, que le provocó disentería. En su lecho de muerte, dejó como sucesor en el cargo de Presidente al Mariscal Vicente Cerna. Fue enterrado hasta el día 17, en una de las criptas de la Catedral Metropolitana. Se ordenó que los funcionarios y empleados públicos, tanto civiles como militares, vistieran de luto durante 30 días. Dejó una herencia de 120,000 pesos. Durante su gobierno, la población de Guatemala había aumentado en un 50% y las exportaciones habían pasado de 500,000 pesos a 1,800,000. Entre 1859 y 1871, la Casa de Moneda troqueló 574,570 piezas de oro, representativas de 1,206,814.50 pesos y 9,198,295 piezas de plata con un valor de 2,455,275.50 pesos.

 

Bibliografía: Ralph Lee Woodward Jr., Rafael Carrera y la creación de la República de Guatemala (Guatemala: CIRMA, 2002). Manuel Cobos Batres, Escritos Políticos (Guatemala: Artemis Edinter, 2010).

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