Vademécum Histórico Guatemalteco
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CASTILLO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN (RÍO SAN JUAN, NICARAGUA).

Castillo de la Inmaculada Concepción. Plano de Luis Díez de Navarro (1776)

Fortaleza colonial. En 1671, el Presidente de la Audiencia de Guatemala, Fernando Francisco de Escobedo, fue a Nicaragua para iniciar la construcción de un presidio en la boca del Río San Juan. En esa oportunidad ordenó, también, el inicio de la edificación del Castillo de la Inmaculada Concepción, en una de las riberas del mismo río, obras que, a partir del año siguiente, el ingeniero sargento mayor Diego Gómez de Ocampo, venido del Perú con este fin, dirigió frente a los Rápidos de Santa Cruz. Fue inaugurado en 1675 con el nombre “La Fortaleza de la Limpia, Pura e Inmaculada Concepción”. Se le proveyó de cañones y de un destacamento de milicianos. En 1688, su Castellano era Francisco Antonio Rodríguez de Barro. En 1721 había 130 personas, 9 cañones, 8 falconetes de bronce, 5 cañones de hierro y 2 pedreros. En 1731 disponía de una dotación de 20 mosqueteros, 62 arcabuceros, 12 artilleros, 7 milicianos, 6 negros de servicio, un alférez, un capellán, un cirujano y el Castellano, Teniente Coronel de Infantería Juan Alonso de Arce. A mediados de julio de 1762, piratas ingleses, apoyados por zambos-misquitos, se posesionaron de la desembocadura del Río San Juan y marcharon contra corriente en tres balandras, con la intención de tomarse la fortaleza. En ese entonces estaba resguardado por unos 100 milicianos. Al saber que el castillo estaba acéfalo, por la muerte del Castellano José Herrera Sotomayor, exigieron la rendición incondicional de la guarnición y la entrega de las llaves al teniente Juan de Aguilar y Santa Cruz. Rafaela Herrera, hija del Castellano, se opuso, expresando: que los cobardes se rindan y que los valientes se queden a morir conmigo. Luego ordenó resistir, disparando algunos cañonazos que echaron a pique una balandra en la que iba el Comandante inglés. Por la noche, ordenó empapar unas sábanas con alcohol, colocarlas sobre ramas y tirarlas encendidas al río. Al ver el fuego flotante, los sitiadores se retiraron de la orilla, pero el día siguiente continuaron con el sitio. Sin embargo, como carecían de artillería y sólo estaban armados con mosquetes, prefirieron retornar a la desembocadura del río. En 1780, había 270 hombres, comandados por Juan Ayssa. En febrero de ese año fue atacado por tropas inglesas, comandada por el Gobernador de Jamaica, Sir John Dalling. En marzo de ese mismo año, el Gobernador de Jamaica organizó una expedición con 1,200 soldados ingleses, a los que se juntaron 400 zambos-misquitos, bajo el mando del rey mosco George, además de 80 colonos ingleses de Bluefields. Iban comandados por el Capitán John Polson y el teniente Horacio Nelson, futuro héroe de Trafalgar. El 11 de abril iniciaron el sitio del Castillo, defendido por 270 milicianos, comandados por el Castellano Juan de Ayssa. Resistieron el sitio durante dos semanas, pero el 29 capitularon. Entre 1992 y 1997, fue restaurado. Sus cañones se encuentran en Granada, León, San Carlos y Bluefields. Tres de ellos se exhiben en El Mirador (San Carlos). Bibliografía: Roberto Trigueros Bada, “Las Defensas Estratégicas del Río San Juan de Nicaragua”. Anuario de Estudios Americanos, XI: 413-513. Sevilla (España) 1954. Jorge Eduardo Arellano, “Granada: La llave de Centroamérica y los piratas”, Revista Conservadora.

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